domingo, 24 de agosto de 2014

Poema del invierno para refrescar el caluroso verano.



Acércate, a mí,
¡oh! compañera,
Acércate, a mí,
y no dejes que el invierno
se interponga entre nosotros.
Siéntate, aquí,
conmigo, junto a las llamas
del fuego,
es lo más bello del invierno.
Háblame de la vida,
háblame de tu corazón,
aquí, junto a la chimenea;
detrás de la noche,
para que no se vaya el calor,
asegura la puerta
con el pestillo,
cierra la ventana,
porque el colérico semblante
del mundo me abate el sentido.
Imagina sólo la tranquilidad
de nuestros yermos campos,
cubiertos de la oscuridad
con sus rocíos blancos
que hacen llorar de calma
a mi desangelada alma.
El olivo con su aceite
al candil alimenta
y con su leña
a nuestro corazón calienta.
¡Oh! compañera,
no dejes que su luz
y fuego se desvanezca.
Coloca el candil,
aquí, junto a mi,
para que yo pueda leer
con mis lágrimas,
lo que a tu lado mi vida
ha escrito sobre la mejilla de tu cara.
Acércate a mi,
no tengas miedo.
¡Oh! amada compañera,
verás las brasas de mi alma,
que se extinguen
bajo las pulverizadas
cenizas de las ramas.
¡Abrázame!,
acaríciame con tus dedos,
destila nuestro tiempo,
porque nos cierran la vida.
Mirémonos, el uno al otro,
frente a frente, antes que la noche
se abra al día,
y nos ciegue el corazón roto.
Búscame con tus brazos,
rodéame con tu voz,.
deja que el amor del sueño
funda nuestras almas.
¡Bésame! Por favor,
con la vida se acaba todo.
¡No ves que nos acecha,
el rudo frío del invierno,
y la nada nos mira!.
Pero no temas, amada compañera,
no podrán helar el calor
de nuestros trémulos labios,
porque cuando ya no estemos aquí,
estaremos en el pensamiento.
Si, tú y yo, seremos un beso eterno.
Una constelación en el universo.
¡Cuán profundos y vastos han de ser
los océanos de los sueños,
compañera, cuándo sólo
haya la luz de los sentimientos!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario