Populismo y responsabilidad
Etiquetas: democracia, Populismo, responsabilidad
La etiqueta de populista se le coloca a todo aquel que ponga en cuestión el dogma económico neoliberal que aplican las élites
europeas y nacionales, pero no todo al que se le llama populista cuestiona este dogma. Todo el mundo usa la palabra populismo de manera peyorativa, aunque nadie sepa lo que se quiere decir con ello, basta simplemente, con marcar a los portadores de un discurso que rompe con los esquemas tradicionalmente asentados como populistas. Es en la ubicuidad del término y la posibilidad de usarlo para casi cualquier cosa donde radica su fortaleza como oprobio. Populistas pueden ser de muchas formas y pueden tener distintos contenidos, antagónicos entre sí incluso, de ahí que, también la izquierda pensada desde el marco nacido de la modernidad pueda utilizar las mismas palabras que los liberales para describir lo que se sale del marco conocido. Lo cierto es que populista es el modo de llamar a lo que no puede progresar o a lo que no se entiende que pueda progresar. Mientras que los primeros son los que ejecutan las medidas profundamente antipopulares, dolorosas pero necesarias dicen, los segundos son incapaces de conectar más allá de sus categorías, con el sentido común potencialmente rupturista que hierve en el seno de la sociedad. Lo que se desprende de toda esta cosmovisión antipopular por parte de las élites es la misma historia que se repite a lo largo del tiempo, solo que construida bajo distintos nombres y diferentes terrenos de batalla. Es el miedo a impulsar las pasiones del pueblo, del demos, considerado siempre menor de edad e incapaz de pensarse a sí mismo, que precisa de la necesaria guía de los pocos (oligoi), los oligarcas, para no desviarse del camino correcto. Es decir, los muchos irresponsables deben obedecer al poder responsable que ejercen los pocos, lo que explica el profundo miedo que le tienen a la democracia.
La genealogía de los términos utilizados o su alcance histórico, son
independientes del significado político que tienen en un contexto dado;
cuando Auguste Blanqui se declaró proletario en un juicio de 1832, el
término utilizado no dejaba de ser oportuno por el hecho de que la
palabra proletarii contase con siglos de historia. Lo mismo
sucede con la síntesis política que hoy expresa la palabra casta, la
cual cuenta con miles de años, pero sentencia como pocas la realidad
actual del latrocinio: la ruptura del marco representativo donde los
representantes se emancipan de su obediencia a la voluntad popular y
acaban trabajando de manera obscena como funcionarios de los poderosos
desde las administraciones públicas, regalando a unos pocos toda la
riqueza producida colectivamente. Casta es alguien que cobra en un mes
lo que tú ganas en un año y te dice que has vivido por encima de tus
posibilidades. Casta es el nombre que hoy tienen los patricios y llamar
populistas a los plebeyos es la manera que los patricios utilizan para
impedir que hagan política.
El problema que tienen los nuevos patricios es que se lo están
dejando muy fácil a los plebeyos. Con su discurso de la responsabilidad
que destroza las bases de la democracia es complicado que se apoyen en
la idea del gobierno de los pocos (oligoi) que también dicen ser los mejores (aristoi).
Es al revés, lo que tenemos es la peor de las combinaciones posibles,
un Gobierno de pocos que trabaja para todavía menos y que está compuesto
por los peores desde el punto de vista del interés colectivo. Nuestro
ministro de Economía, Luis de Guindos, era miembro del Consejo Asesor en
Europa y director en España y Portugal, del banco quebrado Lehman
Brothers. El nuevo secretario de Economía, Iñigo Fernández De Mesa,
también exdirectivo en Lehman Brothers, sustituye en el cargo a Fernando
Jiménez Latorre, que abandona su puesto para convertirse en director
ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI). El presidente del
Banco Centrar Europeo (BCE), Mario Draghi, era vicepresidente ejecutivo
por Europa del grupo bancario Goldman Sachs. Ahora el presidente
François Hollande nombra en Francia a un exdirectivo de la banca
Rothschild como nuevo ministro de Economía, tras la dimisión del
anterior ministro por negarse a aplicar el Pacto de Responsabilidad: los
programas económicos de los recortes y la austeridad. Esta es la
política que llaman “responsable”, la política que condena al
empobrecimiento de los pueblos y practica la economía del saqueo
secuestrando la democracia. Esta es la Europa al servicio de las
finanzas y sus mayordomos contra la Europa de la gente y la democracia.
Quizás esto último algunos lo calificarían de discurso populista, yo no
lo creo, podemos discutirlo, pero, ¿les parece algo propio de una
política que se llama a sí misma responsable, o más bien una mofa a la
ciudadanía?
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