Cómo piensa la clase dominante. Raúl Zibechi
La crisis sigue
develando todo aquello que permanecía oculto en los periodos de
normalidad. Esto incluye los proyectos estratégicos de la clase
dominante, su forma de ver el mundo, la apuesta principal que hacen para
seguir siendo clase dominante. Este es, a grandes rasgos, su objetivo
central, al que subordinan todo lo demás, incluyendo los modos
capitalistas de reproducción de la economía.
Puede pensarse que
la crisis es apenas un paréntesis luego del cual todo seguiría, más o
menos, como funcionaba antes. No es así. La crisis no es sólo un
revelador, sino el modo en que los de arriba están remodelando el mundo.
Porque la crisis es, en gran medida, provocada por ellos para mover de
lugar o hacer desaparecer lo que limita sus poderes. Básicamente, los
sectores populares, indígenas, negros y mestizos en nuestro continente.
Por
otro lado, una crisis de esta envergadura (se trata de un conjunto de
crisis que incluyen crisis/caos climático, ambiental, sanitario y, lo
que atraviesa todo, crisis de la civilización occidental) significa
mutaciones más o menos profundas de las sociedades, de las relaciones de
fuerzas y de los polos de poder en el mundo, en cada una de las
regiones y países. Me parece necesario abordar tres aspectos, que no
agotan todas las novedades que aporta la crisis pero son, a mi modo de
ver, los que más pueden influir en las estrategias de los movimientos
antisistémicos.
En primer lugar, lo que llamamos economía ha
sufrido cambios de fondo. Un cuadro elaborado por la economista Pavlina
Tcherneva, con base en los estudios sobre la desigualdad de Thomas
Piketty, revela cómo está funcionando el sistema desde la década de
1970, agravado por la crisis de 2008 (www.vox.com/xpress/2014/9/25/6843509/income-distribution-recoveries-pavlina-tcherneva ).
El
cuadro abarca 60 años de la economía estadunidense, desde 1949 hasta la
actualidad. Describe qué parte del crecimiento de los ingresos es
apropiada por el 10 por ciento más rico, y cuánto le corresponde al 90
por ciento restante. En la década de 1950, por ejemplo, el 10 por ciento
rico se apropiaba de entre el 20 y el 25 por ciento de los nuevos
ingresos anuales. Así funciona una economía capitalista
normal, que consiste en una apropiación mayor por los empresarios del fruto del trabajo humano, que Marx denominó plusvalor. Es la acumulación de capital por reproducción ampliada.
A partir de 1970 se produce un
cambio importante que es bien visible en la década de 1980: el 10 por
ciento rico empieza a apropiarse del 80 por ciento de la riqueza y el 90
por ciento se queda apenas con 20 por ciento de lo que se genera cada
año. Este periodo corresponde a la hegemonía del capital financiero, lo
que David Harvey ha llamado
acumulación por desposesióno despojo.
Pero
algo extraordinario se produce desde 2001. Los ricos se quedan con
todos los nuevos ingresos y, desde 2008, arrebañan además una parte de
lo que tenía el 90 por ciento, como ahorros o bienes. ¿Cómo denominamos a
este modo de acumulación? Es un sistema que ya no es capaz de
reproducir las relaciones capitalistas porque consiste en el robo. El
capitalismo extrae plusvalor y acumula riqueza (aún por desposesión),
pero expandiendo las relaciones capitalistas, por eso se asienta en el
trabajo asalariado y no en el trabajo esclavo (debo estas reflexiones a
Gustavo Esteva, quien las formuló en los días de la escuelita zapatista y
en posteriores intercambios).
Es probable que estemos ingresando
en un sistema peor aún que el capitalismo, una suerte de economía de
robo, más parecida a la forma como funcionan las mafias del narcotráfico
que a los modos empresariales que conocimos en la mayor parte del siglo
XX. Es probable, también, que esto no haya sido planificado por la
clase dominante, sino sea el fruto de la búsqueda desmesurada de lucros
en el periodo financiero y de acumulación por desposesión, que ha
engendrado una generación de buitres/lobos incapaces de producir otra
cosa que no sea destrucción y muerte a su alrededor.
En segundo
lugar, que el sistema funcione de este modo implica que los de arriba
han decidido salvarse a costa de la entera humanidad. En algún momento
hicieron una ruptura afectiva con los demás seres humanos y están
dispuestos a producir una hecatombe demográfica, como sugiere el cuadro
mencionado. Lo quieren todo.
Por lo mismo, el modo en que está funcionando el sistema es más apropiado denominarlo
cuarta guerra mundial(como el subcomandante insurgente Marcos) que
acumulación por desposesión, porque el objetivo es la humanidad entera. Parece que la clase dominante decidió que con el actual grado de desarrollo tecnológico puede prescindir del trabajo asalariado que genera riquezas, y ya no depende de consumidores pobres para sus productos. Más allá de que esto sea un delirio inducido por la soberbia, parece evidente que los de arriba no pretenden ordenar el mundo según sus viejos intereses, sino generar regiones enteras (y a veces continentes) donde reine el caos absoluto (como tiende a suceder en Medio Oriente) y otras de seguridad absoluta (como partes de Estados Unidos y Europa, y los barrios ricos de cada país).
En suma, han renunciado a la idea de
unasociedad, idea que es sustituida por la imagen del campo de concentración.
En
tercer lugar, esto tiene enormes repercusiones para la política de los
de abajo. La democracia es apenas un arma arrojadiza contra los enemigos
geopolíticos (empezando por Rusia y China), que no se aplica a los
regímenes amigos (Arabia Saudita), pero ya no es aquel sistema al que
alguna vez otorgaron alguna credibilidad. Lo mismo debe decirse del
Estado-nación, apenas un obstáculo a superar como lo demuestran los
ataques en Siria violando la soberanía nacional.
No nos cabe otro
camino que organizar nuestro mundo, en nuestros espacios/territorios,
con nuestra salud, nuestra educación y nuestra autonomía alimentaria.
Con nuestros poderes para tomar decisiones y hacerlas cumplir. O sea,
con nuestras propias instituciones de autodefensa. Sin depender de las
instituciones estatales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario