Populismo y pensamiento reaccionario. Francisco Umpiérrez Sánchez. Rebelión
Cuando la estructura
económica va mal, necesariamente se tiene que reflejar en la
superestructura política e ideológica. Y ese reflejo puede tener una
dimensión progresista, caminar hacia adelante, o una dimensión
reaccionaria, caminar hacia atrás. Pero no siempre queda claro qué
significa caminar hacia atrás. Marx y en especial Lenin definían el
socialismo reaccionario como aquel movimiento que presentándose como un
movimiento socialista sus propuestas tenían un contenido capitalista. ¿Y
cuál es en concreto el contenido capitalista que corresponde al
socialismo reaccionario? El contenido que expresa los intereses del
pequeño capitalista y del capitalista individual. Y bajo el punto de
vista del desarrollo del capitalismo el pequeño capitalista y el
capitalista individual representan el capitalismo originario y atrasado,
mientras que el gran capital representa el capitalismo avanzado y el
capitalismo de transición hacia el socialismo.
Aclaremos primero
qué entendemos por capitalista individual. Hoy día un sector importante
de los profesionales –abogados, arquitectos, ingenieros, cantantes,
deportistas,…– perciben tal nivel de ingresos que deben considerarse
capitalistas individuales. Y la mentalidad ideológica de muchos jóvenes
es convertirse en capitalistas individuales. Distinto es el caso del
pequeño capitalista, que se caracteriza por tener un pequeño negocio y
contratar a un número pequeño de empleados para llevar a cabo su fin
industrial o comercial. Aclarado este pormenor sigamos con muestro
razonamiento acerca del carácter progresista o reaccionario del
capitalismo. Las grandes corporaciones –entidades bancarias,
industriales y comerciales– están en su sentido económico muy cerca del
socialismo, mientras que en sentido político representan el sector más
importante de la clase dominante. Por el contrario, el pequeño
capitalista y el capitalista individual en su sentido económico están
muy lejos del socialismo, mientras que en su sentido político representa
el sector más reaccionario de la clase capitalista. Lo que sucede es
que en momentos de crisis sus intereses se entremezclan con los
intereses de la clase trabajadora y el socialismo de esta última se tiñe
de contenido reaccionario. No es lo mismo una alianza del pequeño
capitalista y del capitalista individual con la clase trabajadora bajo
la hegemonía y dirección de la clase trabajadora que bajo la hegemonía
del socialismo pequeño burgués. El pensamiento populista español tiene
tan poca experiencia y tan poca profundidad teórica que no percibe el
socialismo reaccionario que propaga. También ignora que los intereses
que han ido hegemonizando el movimiento de los indignados corresponden a
los del capitalista individual.
Es cierto que las
contradicciones entre las clases sociales, tanto las que se dan entre
clases distintas como las que se dan en el seno de la misma clase, se
reflejan como una contradicción entre la sociedad civil y el Estado.
Pero las vanguardias marxistas no deben tomar esta inversión de valores
sociales por la contradicción real. Pablo Iglesias hace uso del término
“gente” para referirse a las masas sociales que se enfrentan no a las
clases dominantes sino a los políticos o sistema de gobierno estatal.
Sustituye la contradicción entre las clases sociales por la
contradicción entre sociedad civil y Estado. Y por aquí da vía al
pensamiento reaccionario. Los ciudadanos, máxime en una época de crisis y
con un sinfín de fenómenos de corrupción como los que salpican la vida
política española en la actualidad, culpan de sus males no a los
conflictos sociales entre clases sino a los políticos. Esto genera
pensamientos reaccionarios entre muchos sectores sociales, que ven en la
democracia el mal de sus problemas y no la solución. Los dirigentes de Podemos
pueden creer que promueven más democracia o la democracia verdadera,
pero lo que están promoviendo en buena parte es el pensamiento
reaccionario, cuya esencia consiste en exculpar a la sociedad civil, que
es donde se producen las graves diferencias entre las personas, del mal
del mundo y proyectarlo en los políticos. No debemos olvidar tampoco
que buena parte de la extrema izquierda es reaccionaria. E importantes
sectores de la extrema izquierda se cobijan en la actualidad bajo la
marca Podemos.
Pensemos en un solo hecho: la corrupción.
La democracia española tiene ya la suficiente historia para demostrar
que la corrupción está presente en todos los ámbitos y en todas las
clases y grupos sociales. Pensar que se puede acabar con la corrupción
por medios éticos y medios judiciales es demasiado iluso e ingenuo.
Aunque lo diga el presidente de Uruguay. El dinero en mucha cantidad es
un poder imparable. Las grandes inversiones y las grandes empresas
corrompen de un modo ineluctable. Y no hay sector social ni profesional
que esté libre de la corrupción. No solo hay que señalar a los
gobernantes como corruptos, sino a los arquitectos, ingenieros,
abogados, directivos, periodistas y un largo elenco de profesionales.
Tampoco hay que cerrar los ojos ante el hecho de que también la
corrupción está presente en las clases pobres. La corrupción es un mal
del sistema económico capitalista y más en una época donde el sector
dominante es el poder financiero. No podemos contribuir al pensamiento
reaccionario señalando solo a los políticos como la fuente y el centro
de la corrupción. El centro y el poder de la corrupción están en todas
aquellas personas que, por una parte, concentran un gran poder inversor,
y por otra parte, son dueños de grandes fortunas.
Una de las más
importantes enajenaciones del sistema capitalista es la que se produce
en las relaciones entre los intereses particulares y los intereses
generales. Lo más importante en una sociedad humana, en una sociedad
socialista, son los intereses generales. De hecho los intereses
generales son los intereses de las personas en tanto seres humanos. Los
llamamientos para paliar los graves problemas de la pobreza son los
llamamientos en defensa de los intereses generales de los seres humanos.
Pero en la sociedad capitalista este hecho se invierte: la persona en
tanto miembro del Estado, esto es, en tanto miembro con intereses
generales, es reconocido como ciudadano, mientras que la persona en
tanto miembro de la sociedad civil, esto es, en tanto miembro con
intereses particulares, es reconocido como ser humano. Esta perversión e
inversión de valores llega al punto de que los intereses generales son
presentados como medios para defender los intereses particulares. El
mismo Estado, que es la expresión máxima de los intereses generales, se
concibe como medio para defender los intereses individuales de los
miembros de la sociedad civil. En este sentido muchos analistas olvidan
que los políticos son los representantes de los intereses generales,
mientras que los miembros de la sociedad civil solo se preocupan de sus
intereses particulares. Resulta, por tanto, un craso error arremeter
contra los políticos y no decir nada crítico de los miembros de la
sociedad civil. ¿Cómo se pueden cuestionar los sueldos de los políticos y
no decir nada de lo que ganan, por ejemplo, Belén Esteban, Arguiñano,
Ronaldo y un sinfín de miembros de la sociedad civil que ganan lo que no
merecen? Sólo se puede hacer desde el pensamiento del socialismo
reaccionario, consistente en presentar el interés general como un medio
que debe estar al servicio del interés particular.
El extremo de la enajenación de valores que viven los dirigentes de Podemos
se manifiesta en dos de sus últimas propuestas. Quieren ponerle un tope
superior a los salarios. En vez de proponer un tope superior a los
ingresos personales, solo lo plantean para los salarios. Se olvidan de
las rentas de capital: se olvidan de los dividendos que cobran los
propietarios de las empresas y se olvidan de los intereses que cobran
los dueños del capital monetario. La otra propuesta tiene que ver con la
nacionalización. No proponen la nacionalización de las grandes empresas
por su razón inmanente: la producción tiene una naturaleza social, gran
parte de la propiedad es social y, no obstante, ciertas minorías
oligárquicas siguen teniendo el poder económico de las mismas. El
argumento es otro: si usted gran empresa acepta poner el precio que yo
le propongo para que la gente de poco poder adquisitivo pueda encender
las estufas en invierno, todo irá bien. Pero si usted no acepta esos
precios, entonces mi gobierno, el presidido por Podemos,
nacionalizará su empresa. Es evidente que se sustituye aquí el
pensamiento sustancial del socialismo por el pensamiento coyuntural del
sentimiento ético. Y esto es un componente del socialismo reaccionario.
El
pensamiento populista consiste en pensar como la gente común y no ir
más allá. De hecho cuando me refiero a los otros como “la gente”, no voy
más allá, no entro para nada si esa gente es rica o pobre, culta o
inculta, alto directivo o simple trabajador. El término “gente” es el
medio lingüístico por el cual Podemos hace abstracción de las
diferencias sociales ocasionadas por la división social en clases y por
la división social del trabajo. El pensamiento populista consiste en
moverse en lo más superficial del mundo y basarse en los sentimientos de
frustración y rabia de la gente. El pensamiento populista consiste en
sustituir la lucha de clases por la lucha entre la gente y los
políticos. El pensamiento populista consiste en meter en un mismo saco a
partidos políticos diferentes y etiquetarlos con el mismo nombre. El
pensamiento populista consiste en presentar el interés general como un
medio para defender los intereses particulares. El pensamiento populista
consiste en sustituir el pensamiento revolucionario por el pensamiento
del socialismo reaccionario. El pensamiento populista consiste en
sustituir a la clase trabajadora como clase dirigente por “la gente”
como clase dirigente. Y “la gente” como clase dirigente y en términos de
hegemonía política no son más que los pequeños capitalistas y el
capitalista individual.
Blog del autor: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario