Guía para leer los borradores organizativos de PODEMOS: criterios para valorar una organización democrática, por Lorenzo García Martín
Cuatro meses de debate ciudadano a través de los
círculos de Podemos han cristalizado, por el momento, en toda una gama
de borradores venidos de todas partes. Compromisos éticos, estructuras
organizativas y líneas políticas juntan de momento 250 propuestas. La
elevada participación ha producido una enorme riqueza de documentos. Si,
por ejemplo, alguien busca un curso rápido de política o buenas
explicaciones de lo que ha pasado en España los últimos años no tiene
más que leerse unos cuantos borradores de principios políticos. Por mi
parte, considero como lo más sustantivo los borradores organizativos:
los principios de funcionamiento y toma de decisiones que adoptará esta
organización nacida con la intención de producir el cambio. Estos días
se está dando un proceso de refundido entre todas las propuestas, de las
que saldrá un número más reducido de documentos a exponerse en el
encuentro presencial de los días 18 y 19 de octubre. Tanto para los
textos que ya existen como para los que se expondrán, propongo algunos
criterios para valorar las distintas opciones que se están dando entre
el amplio volumen de propuestas.
Antes de entrar en la exposición, cabe aclarar que por imperativo
legal todos los borradores tienen una estructura similar, que ha de
contener: primero, denominación, etc. y la forma de afiliación; segundo,
los órganos y sus competencias, de los que se exige un Congreso del
partido (Asamblea Ciudadana), un Consejo estatal (Consejo Ciudadano), un
Comité ejecutivo (Consejo de Coordinación y Portavoz/Secretario) y una
Comisión de Garantías; tercero el régimen económico, el territorial y la
vía de reforma.
1. Mandato: ¿representativo o imperativo?
Si hablásemos de un sistema político nos preguntaríamos por la
relación entre gobernantes y gobernados. En la medida en que gobernante y
gobernado se identificaran o sencillamente fueran los mismos,
hablaríamos de democracia. Y en la medida en que la voluntad del
gobernante se independizase del gobernado nos situaríamos en la
tradición del absolutismo. La representación liberal (vota cada cuatro años y calla entre medias)
no es un término medio, sino que es un mecanismo histórico de
protección de las élites contra las mayorías, en línea con el polo
despótico. Para el análisis, en la medida que la conducta del gobernante
queda sujeta a la voluntad e instrucciones del gobernado hablamos de mandato imperativo, y en la medida en que el gobernante (aunque sea representante elegido) toma decisiones propias con independencia hablamos de mandato representativo.
Para nuestro caso, fuera en un Estado, o en una organización para el
cambio como Podemos, tenemos que preguntarnos ¿qué garantías ofrece el
marco organizativo para que la voz del pueblo se materialice en las
acciones de los cargos elegidos?
En los borradores organizativos, desde el principio, se viene
compartiendo un mecanismo sencillo: la Asamblea Ciudadana (congreso de
todos los participantes del partido) no sólo elige cargos sino que
decide la línea política general que se llevará. A ello se han
incorporado distintos mecanismos para garantizar la soberanía popular
que trataremos después y que desde el principio dibujan Podemos como una
organización democrática.
Mi propuesta es optar por el mandato imperativo pero con importantes
condiciones. Aunque las más importantes decisiones las tome la Asamblea
Ciudadana, sería completamente inoperativo saturar a ésta de potestades
mientras se desinfla a los Consejos y órganos ejecutivos. Efectivamente,
la Asamblea, o pueblo reunido, es soberana, pero ha de tomar decisiones que sean más bien marcos, que sustenten y limiten a la vez las actuaciones de los otros órganos y cargos; o que sean decisiones matrices:
principios sobre los que desarrollar múltiples decisiones y actuaciones
concretas siempre en consonancia. No entendería operativo un partido
cuyas actuaciones debieran esperar permanente a ser corroboradas por un
órgano gigantesco que se reúne de cuando en cuando.
Por fortuna, la vinculación entre bases y cargos hoy no necesita
siempre de formas presenciales. Ya hemos comprobado la capacidad de
compartir los debates de los círculos a través de diferentes
herramientas en Internet, o de organizar votaciones, ruedas de masas,
etc. Cualquier borrador organizativo que siga sustentando estas formas
de participación y contemple consultas o referéndums ciudadanos estará,
en mi opinión, contemplando una estructura participativa que puede ser
eficaz. Es aquí, sobre la base de la discusión presencial o virtual,
donde pueden refrendarse o revocarse decisiones políticas más allá de la
Asamblea.
2. Revocabilidad
El blindaje de representantes y cargos que hasta el momento han
sostenido los sistemas representativos, inclusive los partidos clásicos,
pretende ser desarticulado por Podemos. Todos los borradores
organizativos que he leído contemplan en mayor o menor medida la
revocatoria de mandato: la posibilidad de cesar cargos por voluntad
popular. Los referéndums revocatorios se practican actualmente en
algunos países como Ecuador, y son, sin duda, una de las claves
necesarias para que un sistema sea democrático.
Hago en este aspecto dos consideraciones. Una en cuanto a los
requisitos para celebrar un referéndum revocatorio. A la hora de evaluar
los borradores tendremos que estimar si los requisitos son suficientes o
si son demasiados. Si el porcentaje de avales requeridos es muy alto se
dificulta la celebración del referéndum y se somete a un estrés
importante a quienes quieran recabar los apoyos. Pero si el porcentaje
es muy bajo se da la posibilidad de que desacuerdos rutinarios y no muy
amplios se materialicen en constantes convocatorias que entorpezcan y
desestabilicen el funcionamiento de la organización, y transmitan una
falsa imagen de división interna. Para buscar un equilibrio lo primero
sería evaluar qué capacidad de intercomunicación y convocatoria existe
entre los muchos y muy distintos inscritos en Podemos.
La otra consideración concierne a qué poder revocar: ¿cargos
concretos, decisiones, los miembros de un órgano entero? En mi opinión
todo, pero con sumo cuidado. Todo lo que se parezca a una moción de
censura debería hacerse de manera constructiva (ofreciendo alternativas
de antemano) y su celebración debería mostrar amplio apoyo dentro de la
organización. Plebiscitos y consultas previas a una decisión importante
pueden ser medidas bastante prudentes.
3. Participación
Ante la cultura política de espectadores en que nos había situado el
vigente régimen político, la participación ha emergido como un valor
incontestable. Hemos de matizar, en cualquier caso, que tras el
significante participativo se hallan muy distintos usos. Lo
participativo puede ir desde la completa autogestión de una comunidad
sobre sus bienes comunes, a la vaga consulta y búsqueda de adhesión de
la ciudadanía en, por ejemplo, determinadas políticas urbanísticas. La
posición de Podemos es clara: se trata de recuperar la política para
ponerla al servicio de la ciudadanía. En este sentido, las vías de
participación en la organización deberían garantizar los flujos de
información, propuestas y decisiones especialmente de abajo hacia
arriba. Cabe hacerse varias preguntas.
Primero hay que preguntarse, ante un borrador, si abre puertas a la
voz de la calle, si hay espacios de discusión y democracia directa, o si
los círculos pueden trasladarse mutuamente propuestas y consultas. En
definitiva, qué es lo que tiene que hacer un grupo de ciudadanos para someter a consideración una propuesta,
que llegue a los afectados, que pueda se discutir y que, en caso de
obtener respaldo, se plantee la posibilidad de materializarse. En
segundo lugar, y en relación con lo anterior, hay que ver dónde se sitúa la iniciativa política
en el borrador que estemos leyendo: ¿quién puede proponer? La
iniciativa popular, con un número de firmas y otros requisitos es
valorable en este sentido. En tercer lugar, hay que evaluar si las
propuestas de amplio respaldo se agotan en el terreno de propuestas ante
órganos superiores o realmente se pueden refrendar de alguna manera y
convertirse en decisiones.
Finalmente, deberíamos contemplar las posibilidades ofrecidas para que participe todo el mundo.
Democracia no es votar – decía un amigo -, el poder popular se
construye en el debate y la participación activa. Sin embargo, las
posibilidades de participar en una sociedad como la nuestra varían
mucho. Las personas que por tiempo, dificultades de movilidad u otros
motivos no pueden seguir las reuniones presenciales tienen todo el
derecho a que su voz cuente en la misma medida que la del resto. Las
herramientas informáticas con que se ha trabajado en el proceso
constituyente han sido un éxito en este sentido. Y quizá esta sea la
clave para que no se confunda democracia y participación con la
organización periódica de votaciones virtuales. El proceso constituyente
ha sido un valioso ejemplo de debate ciudadano a través de los círculos
e Internet, y la construcción de propuestas. Sólo al final se procede a
las votaciones. Si un borrador contempla formas de participación no
presenciales, sería importante que hable tanto de discusión ciudadana
como de votaciones. La promoción de debates ciudadanos, en cualquier
caso, debería aparecer como una prioridad para los órganos ejecutivos.
4. Eficacia
La organización que se decida a finales de octubre tiene que servir
para poder hacer frente al enorme reto político al que se enfrenta
Podemos. En este sentido, todas las labores ejecutivas desarrolladas por
los órganos del partido, estatales, sectoriales o locales han de verse
nutridas y respaldadas. Como decía un compañero: “urge apoyar a estos
chicos”. El Consejo Ciudadano debería tener la suficiente autonomía para
desempeñar sus funciones y poder responder de inmediato a los
acontecimientos. Entonces, siempre que se trabaje en la línea decidida
por la Asamblea Ciudadana, el Consejo no debería verse atado a refrendar
sus actuaciones permanentemente, sino que debería estar abierto al
control a posteriori (revocación de cargos y decisiones), a recibir
propuestas e información y a consultar a priori tan sólo asuntos
cruciales o que susciten desacuerdo. La comunicación entre las distintas
instancias del partido es vital en este sentido, y órganos y círculos
deberían poder estimularse mutuamente en varias direcciones. La
participación, en cualquier caso, hay que intentarla de la manera más
funcional, por lo que considero que hay que vigilar que los órganos
ejecutivos puedan trabajar con cierto margen y que la organización no se
anquilose en Asambleas que acaparen demasiado.
5. Separación de “poderes” y contrapesos
El clásico principio liberal de la separación de poderes es
ineludible. Todo posible abuso debería vigilarse o corregirse por un
sistema de contrapesos por el que lo legislativo, ejecutivo y judicial
se supervisen mutuamente. Desde luego no es exacta, pero sí existe
cierta analogía entre las Asambleas Ciudadanas y el legislativo; los
Consejos y el ejecutivo; y las Comisiones de Garantías y el poder
judicial. En los borradores que he leído la Asamblea está determinando
la composición del Consejo Ciudadano y de la Comisión, así como se
proponen medidas de revocación. Por su parte, la Comisión velará por el
respeto de la legalidad, la normativa y los derechos en todo Podemos.
Sobre ella, ha de evaluarse si su independencia está garantizada. En mi
opinión, la destitución de miembros de la Comisión debería estar siempre
justificada y restringirse a casos muy concretos, y en ningún caso
poder hacerse desde los Consejos, la Secretaría General, Presidencia, o
demás cargos ejecutivos.
6. Autonomía de los círculos y su papel en la organización
Desde el principio del debate ciudadano una preocupación ha sido el
papel de los círculos en la organización. Los círculos han de gozar de
un rol protagonista, pues son los espacios de participación directa de
la ciudadanía, la herramienta e icono democrático de Podemos. Pero ello
no debe mermar la capacidad de trabajo de órganos más grandes, los
cuales, por supuesto, han de vincularse y estar en comunicación con los
círculos. Quizá me reitero al arrastrar la idea de combinar eficacia y
participación. Cualquier propuesta organizativa debe contemplar los
órganos de participación directa (círculos y asambleas) y de
representación tutelada (consejos revocables). A leer un borrador uno
debe preguntarse si está contento con el papel de los círculos, pero
sobre todo si el conjunto de relaciones entre órganos constituyen una
organización funcional. Ello implica poder tomar decisiones rápidas, a
menudo al margen de los círculos.
Además, uno debería evaluar cuánta autonomía deberían tener los
círculos a la hora de organizarse, si se propone un protocolo que
verdaderamente garantice que un círculo es válido y no sólo un biombo, y
si la integración de la diversidad de círculos se contempla: locales,
internacionales, sectoriales, mixtos…
7. Otros
Hay otros tantos aspectos que pueden tenerse en cuenta. Los ritmos,
por ejemplo, han sido bastante debatidos: cada cuánto debería reunirse
el Consejo Ciudadano o cada cuánto elegir los cargos de la organización.
El tamaño del Consejo Ciudadano, la distribución territorial o la
limitación temporal para ocupar cargos han sido también fuentes de
debate.
En definitiva, éstos serían los aspectos que propongo evaluar a la
hora de estudiar un borrador organizativo. Estimo que Podemos sabrá
dotarse de la estructura democrática que desearíamos trasladar a la
propia forma del Estado, donde la participación popular sea plena, pero
también donde la eficacia y capacidad de respuesta ante los retos
políticos que vienen esté garantizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario