"Antes de mi ejecución quiero brindar mi vida a la causa de la clase trabajadora"
LAS ÚLTIMAS FRASES DE LUCHA DE UN REPUBLICANO CANARIO CONDENADO A MUERTE.
Una tarde de junio - escribe en este relato Francisco González Tejera - vino a visitarla un antiguo miembro del PCE en la clandestinidad y del Socorro Rojo. El hombre traía una carta firmada por su hermano menor, horas antes de ser asesinado con solo 17 años (...).
Por FRANCISCO GONZÁLEZ TEJERA (*) / CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Veía en la televisión a Esperanza Aguirre burlándose de las víctimas del franquismo. La pobre Juana Rodríguez sufrió la muerte de sus cuatro hermanos, a los que se llevaron de Gran Canaria para asesinarlos junto al río Duero.
Jamás entendió a sus 95 años que desde el Partido Popular sus Florianos, Cospedales, Mayores Orejas, Casados, Rajoys, Hernandos, y otros franquistas de la banda, ridiculizaran a las personas que habían sufrido los brutales asesinatos fascistas desde el Golpe de Estado del 36.
En su cama, donde permanecía postrada desde que sufrió la trombosis, se entretenía hablando, contando cuentos a sus nietillas que venían cada sábado hasta la vieja casa del barrio de Escaleritas. Sentía en su piel aquellos tiempos de sangre y dolor. Los miles de asesinatos en toda la geografía insular. Los “paseos”de las “Brigadas del amanecer” que se llevaban a hombres y mujeres a un destino desconocido. A los pozos, simas, fosas comunes y el frío fondo del mar, donde los desaparecían para siempre.
La mujer no entendía que el Gobierno español no respetara la memoria de las personas asesinadas, que toda aquella tribu imputada en su mayoría por corrupción se carcajeara del dolor y el sufrimiento de millones de familiares. Odiaba a la vieja lideresa del partido fundado por aquel ministro de Franco, un tal Fraga Iribarne. El mismo sátrapa que había firmado sentencias de muerte, lanzando a la criminal policía del régimen en Vitoria para asesinar a los trabajadores en huelga.
Una tarde de junio vino a visitarla un amigo de sus hermanos, Fermín Moreno, antiguo miembro del Partido Comunista en la clandestinidad y delSocorro Rojo. Su nombre le sonaba de cuando era muy pequeñita .Se le presentaba como una cara conocida que entraba y salía de la vivienda con sus hermanos, de la casa del municipio de Gáldar donde vivía con sus padres.
El hombre traía un mensaje. Una carta firmada por Carlos, el hermano menor, horas antes de ser asesinado con solo 17 años, con la letra que ella todavía recordaba. Las vocales de escritura infantil, la tierna forma de expresarse de aquel ser querido, perdido en la nebulosa del tiempo.
“(…) Horas antes de mi ejecución quiero brindar mi vida a la causa de la clase trabajadora canaria y española, a mi querida familia, a mi adorada hermana Juanita, a los hombres y mujeres decentes, honrados y nobles de mi pueblo ¡Viva la clase obrera! ¡Viva la República!...”.
Las lágrimas y el abrazo de Fermín quedaron en la soledad de la humilde estancia, roja por dentro como la sangre, roja de su gente, sus hermanitos queridos bajo bandera, amortajados en el fondo arcilloso del río sepulcral, infinito como las estrellas más lejanas del universo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario