Todos somos Charlie? – Noam Chomsky. Por Luis Alberto Reygada
Noam Chomsky, 11 de enero 2015
El mundo quedó horrorizado después del
brutal ataque que sufrió la revista satírica francesa Charlie Hebdo. En
las columnas del New York Times, el corresponsal Steven Erlanger,
presente desde hace mucho tiempo en Europa, describió de forma
sobrecogedora las repercusiones inmediatas de lo que muchos describen
como el “11 septiembre” francés. Fue “una jornada durante la cual se
sucedieron sirenas ruidosas con los ires y venires de los helicópteros.
Una jornada de frenesí mediático, de cordones policiacos, de
muchedumbres en pánico y de niños alejados de las escuelas por
cuestiones de seguridad. Una jornada, como las dos que le siguieron, de
sangre y de horror en París y sus suburbios”. El inmenso repudio mundial
provocado por el atentado fue acompañado por una reflexión sobre las
raíces profundas de esta barbaridad. “Muchos son los que ven en estos
hechos un choque de civilizaciones”, anunciaba un título del New York
Times.
Las reacciones de horror y de
indignación respecto a estos crímenes son justificadas, al igual que la
búsqueda de sus causas profundas, siempre y cuando guardemos en mente
firmemente algunos principios. La reacción debería ser completamente
independiente de la opinión que se puede tener de ese periódico y del
material que produce. Los eslóganes omnipresentes de tipo “Yo soy
Charlie”, no deberían indicar, ni siquiera insinuar, ninguna asociación
con el periódico, al menos en el contexto de la defensa de la libertad
de expresión. Deberían más bien expresar una defensa de al libertad de
expresión a pesar de lo que se puede opinar acerca del contenido, y
aunque éste sea calificado de hiriente o depravado.
Y esos eslóganes también deberían
expresar la condena de la violencia y del terror. El dirigente del
Partido de los Trabajadores de Israel y principal contrincante para las
próximas elecciones, Isaac Herzog, tiene toda la razón cuando dice que
“El terrorismo es terrorismo. No existen dos formas diferentes de
considerarlo.” También acierta cuando dice “Todas la naciones que desean
la paz y la libertad enfrentan un inmenso reto” respecto al mortífero
terrorismo – si dejamos de lado su interpretación selectiva acerca de
este reto.
Erlanger describe muy bien la horrible
escena. Cita uno de los periodistas sobrevivientes: “Todo se desplomó.
No había ninguna escapatoria. Había humo por todos lados. Fue terrible.
La gente gritaba. Una verdadera pesadilla. ” Otro periodista
superviviente describió “una inmensa deflagración antes de ser
sumergidos en la absoluta oscuridad.” La escena, según Erlanger, “no era
más que un montón de vidrio roto, paredes caídas, maderas retorcidas,
pinturas desgarradas y devastación emocional.” Por lo menos 10 personas
habrían muerto a raíz de la explosión, 20 otras habían desaparecido,
“probablemente enterradas bajo los escombros”.
Esas citaciones, como nos lo recuerda el
incansable David Peterson, no son de enero del 2015. En realidad son
extraídas de una nota de Erlander del 24 de abril de 1999, que solo
alcanzó la sexta página del New York Times, es muy lejos de alcanzar la
relevancia del ataque de Charlie Hebdo. Erlanger en realidad describía
el resultado de “un ataque con misil sobre la sede de la televisión de
estado de Serbia” por parte de la OTAN (es decir los EE.UU.) que “dejó
fuera del aire Radio Television Serbia.”
Hubo una justificación oficial. “La OTAN
y los representantes estadounidenses defendieron el ataque”, reportó
Erlanger, “como parte del esfuerzo para debilitar el régimen del
Presidente de Yugoslavia Slobodan Milosevic.” El portavoz del Pentágono,
Kenneth Bacon declaró durante una conferencia de prensa en Washington
que “la televisión serbia formaba parte integrante de la máquina de
terror de Milosevic, al mismo nivel que sus fuerzas armadas”, lo que la
convertía por lo tanto en un blanco legítimo.
El gobierno de Yugoslavia declaró: “La
nación entera apoya a nuestro presidente, Slobodan Milosevic”, según
reporta Erlanger, quien añade que “no queda claro cómo el Gobierno sabe
esto con tal precisión.”
Ningún comentario sardónico de ese tipo
sería el bienvenido ahora que se puede leer en la prensa que Francia
está en duelo y que el mundo está indignado ante los abominables
acontecimientos. Tampoco resulta necesario interrogarse acerca de las
causas profundas, ni de preguntarse quien representa a la civilización y
quien a la barbarie.
Pero Isaac Herzog se equivoca cuando
dice “El terrorismo es terrorismo. No existen dos formas diferentes de
considerarlo.” Definitivamente sí existen dos formas de considerarlo: el
terrorismo no es terrorismo cuando se trata de un ataque mucho más
violento pero perpetrado por los que son Justos en virtud su poder. De
la misma forma, la libertad de expresión no corre peligro cuando los
Justos destruyen un canal de televisión que apoya a un gobierno que
están atacando.
Asimismo, se entiende fácilmente el
comentario del abogado de derechos cívicos Floyd Abrams, reconocido por
su defensa apasionada de la libertad de expresión, publicado en el New
York Times y en el que señala que el ataque contra Charlie Hebdo “es la
agresión más grave en contra del periodismo de la que se tenga memoria.”
Tiene razón de precisar “de la que se tenga memoria”, lo que divide
cuidadosamente a los ataques contra el periodismo y los actos de
terrorismo en dos categorías: los Suyos, que son horribles; y los
Nuestros, que son virtuosos y fácilmente eliminados de nuestra memoria.
Vale la pena subrayar que esto solamente
es uno de los numerosos ejemplos de ataques contra la libertad de
expresión realizado por los Justos. Para mencionar únicamente otro
ejemplo que fue fácilmente borrado de “nuestra memoria”, el ataque
llevado a cabo por las fuerzas de los EE.UU en Falluja en noviembre del
2004, uno de los peores crímenes realizados durante la invasión a Irak,
que inició con la ocupación militar del Hospital General de esa ciudad.
La ocupación militar de un hospital representa en sí, por supuesto, un
grave crimen de guerra, independientemente de la forma en la que fue
llevada a cabo. Los hechos fueron trivialmente descritos en un artículo
publicado en primera plana del New York Times, junto con una fotografía
ilustrando el crimen. El texto señalaba que “soldados armados sacaron de
las habitaciones a los pacientes y empleados del hospital, y les
ordenaron sentarse o tirarse al piso mientras que las tropas los
maniataban por detrás.” Esos crímenes fueron descritos como si fuesen
altamente meritorios y justificados: “La ofensiva permitió clausurar lo
que oficiales describían como una herramienta de propaganda para los
militantes: el Hospital General de Falluja, con su flujo de informes
sobre el número de víctimas civiles.”
Evidentemente, no se le podía permitir a
una agencia de propaganda de este tipo que siguiera escupiendo sus
vulgares obscenidades.
Noam Chomsky
Traducción: Luis Alberto Reygada
Fuente original (inglés): https://zcomm.org/znetarticle/we-are-all-fill-in-the-blank/
Fuente original (inglés): https://zcomm.org/znetarticle/we-are-all-fill-in-the-blank/
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