Rescatar el socialismo democrático para las personas
Para que el socialismo democrático sea
útil ha de responder a las necesidades y defender los derechos
humanos.No solo debe ser crítico con el capitalismo sino proponer una
sociedad post-capitalista donde el control del estado garantice la
igualdad, la justicia y el fin de la explotación. Ha de promover el
reparto de la riqueza, en democracia, paz y libertad.
El socialismo no debe ceder ante el
chantaje de los mercados sino que debe proponer un camino alternativo a
ellos. El socialismo no es solo gestión política de la realidad
existente, sino transformación real de la injusta sociedad presente. Una
persona partidaria del capitalismo no puede ser socialista, no le es.
Pero una persona que no pone por delante de todo los intereses de las
clases trabadoras y humildes, tampoco.
El socialismo es democrático, pero
establece una regulación justa que permita el control de los poderes
económicos e interviene en la economía para crear espacios económicos
de propiedad pública nacionalizando sectores estratégicos y de servicio a
la ciudadanía.
Los partidos mal llamados
socialdemocrátas ya no tienen nervio, ni ideas y se rindieron hace
tiempo al capitalismo. Son a lo sumo liberal-progresistas. Solo los
proyectos ideológicos transforman el mundo y pueden conformar sólidas
organizaciones de voluntad, esperanza y fe colectivas en un mundo nuevo.
Las siglas son tan solo el título de un proyecto que si no se
complementa con una acción transformadora decidida queda vacío y sin
utilidad para la ciudadanía. No se trata de gestionar una realidad
injusta sino de transformarla.
Por tanto, las excusas de la tercera vía y
el neo-blairismo al objeto de avanzar en derechos civiles –lo cual es
imprescindible en cualquier democracia sana- no sirven, si esos son los
únicos aspectos transformadores de la realidad. Los derechos civiles
solo se garantizan si los poderes económicos no son omnipotentes y están
legítima y democráticamente controlados.
Instrumentos como la educación y salud
universales son claves e irrenunciables, pero no lo son menos la
seguridad social y pensiones públicas, la industria energética pública y
la existencia de banca pública y de un poderoso sector de transportes
públicos baratos y eficientes. Crédito, movilidad y bienestar públicos.
El socialismo democrático es la
herramienta más útil para hacerlo. Tiene ideas, historia, realidades y
futuro. No es una operación de marketing ni confía solo en elecciones,
pues cree en la lucha de clases y por tanto sabe que solo el pueblo
organizado en el día a día, en el trabajo, el centro de estudio o las
calles, puede acabar siendo dueño de sus destinos y que además hay una
oligarquía, una clase poseedora y explotadora que pude aceptar victorias
electorales de partidos no sistémicos, pero tiene poderosos medios para
evitar que transformen la sociedad.
El socialismo ha cometido errores muy
graves e incluso fatales. Pero el socialismo democrático y de clase ha
conseguido grandes victorias sociales y mejorar la vida de las clases
trabajadoras. Negar eso, es negar la historia y la realidad. El voto
universal, los derechos sociales, la educación y la salud o las
pensiones universales, son conquistas socialistas, logradas por la clase
obrera desde organizaciones socialistas en la amplia acepción del
término. Las distintas escuelas socialistas han logrado hacer avanzar la
sociedad y que sea más feliz o han contribuido a lograr la
independencia de pueblos oprimidos por potencias coloniales. También ha
sacado del hambre a millones de personas en todo el mundo.
Pero ahora muchas de esas conquistas
están en peligro o perdidas. La “revolución” conservadora derrotó a la
socialdemocracia y al socialismo “real” o autoritario y lo que es peor
ha debilitado al movimiento obrero y desdibujado la realidad social. El
mercantilismo ultra-conservador y la doctrina política, económica y
cultural neoliberal, han destruido las sociedades y partidos de
resistencia y reparto en Europa. Han acabado con el reformismo
socialista comprando voluntades o corrompiendo mentes de partidos que
conservan nombres históricos pero son ya movimientos adaptados y
adoptados por el sistema.
Solo en Latinoamérica se ha sido capaz de
comenzar a gobernar fuerzas socialistas, que están haciendo en medio de
muchas dificultades serios esfuerzos de cambiar la realidad y de
organizar una eficaz y en parte exitosa política antiimperialista y de
nacionalismo transformador. Son bastiones antineoliberales.
En Europa el socialismo democrático lo
personifican hoy fuerzas como Die Linke, el Parti de Gauche, el Partido
Socialista de los Países Bajos o SYRIZA. Personas como Lafontaine,
Mélanchon o Tsipras. Esa es la expresión del socialismo democrático
europeo.
En el estado español, el PSOE aparte de
conquistas sociales que oficializó y una sanidad y educación públicas
más que aceptables, que instauró o avances en libertades civiles y en
materia de derechos de género, ha sido sin embargo incapaz de sujetar y
controlar a la oligarquía franquista que sigue siendo la oligarquía que
manda y gobierna con puño de hierro el reino de España. No ha cambiado
el modelo económico insostenible basado en un capitalismo rentista y una
banca poderosa políticamente y especulativa.
El PSOE ha perdido las ideas, la
credibilidad y una gran parte de los votos que recibía –pues no sabemos
qué va a ocurrir en un futuro próximo- que le votaban como mal menor. El
PSOE-sus cúpulas y lo que es peor, una mayoría real o ficticia de
afiliados amorfos y sin espíritu de lucha, carentes de formación que
votan sistemáticamente en favor de estás cúpulas- han hecho un flaco
favor al socialismo y a la izquierda en su conjunto. La identificación
de personas liberales y pro-capitalistas con la izquierda y el
socialismo ha sido letal y una negación de la tradición de Pablo
Iglesias o Largo Caballero, pero también de Indalecio Prieto o Juan
Negrin.
Por tanto, hemos de cambiar esa realidad
y recuperar el socialismo democrático para el pueblo , y lo debemos
hacer asumiendo la necesidad de actualizarlo profundamente con
aportaciones ecosocialistas, feministas, demócratas radicales y las
nuevas formas de hacer y entender la política.
Las y los socialistas transformadores y
republicanos y republicanas del estado español, estamos actuando en
diversos espacios diferentes, sin más contactos que antiguas relaciones
personales, de amistad e incluso familiares. Escisiones locales fruto de
enfrentamiento a aparatos territoriales, miopes y autoritarios. Grupos y
corrientes de opinión en el seno del PSOE. Partidos locales, regionales
o nacionales con origen en el partido matriz e histórico de las y los
socialistas, por razones sentimentales que ya no son reales. O hartos y
hartas, en casa, quemados por decepciones, ninguneos y traiciones.
Algunos refugiados en movimientos sociales y sindicatos, otros
trabajando ya para fuerzas políticas emergentes y transformadoras e
ilusionantes, pero que no tienen nada que ver con la tradición
socialista o con las ideas de Pablo Iglesias como elemento de
referencia, que además en muchos casos nos desprecian o desconocen y
ningunean las aportaciones del socialismo democrático al bienestar, la
democracia, la igualdad y la mejora en las condiciones de vida de las
clases trabajadoras. Mejoras todas ellas ahora en peligro de extinción y
liquidación por obra de conservadores y liberales e inacción de los mal
llamados socialdemócratas.
Queda un hueco cada vez más grande a la
izquierda española y sobre todo para la izquierda democrática y
socialista en la medida que otros partidos inician su viaje a la
“centralidad del tablero”. Muchas y muchos de nosotros ya sabemos lo que
es ganar elecciones en nombre de bellas ideas y acabar peleando por los
mercados y codo a codo con la oligarquía bancaria. Por eso es la hora
de demostrar con humildad, sencillez e ideas que hay un espacio
socialista vacío.
Modelos tenemos, tanto SYRIZA, como Die Linke o el SPH o partido socialista holandés. También otros. Por tanto, propuestas:
-Se deben tejer –creemos- una red de
contactos entre socialistas con unos elementos comunes, como son
posiciones antineoliberales y transformadoras de la realidad.
Posicionamiento a favor de un proceso constituyente y por la República.
República federal y plurinacional. Respeto a los derechos democráticos
de los pueblos y culturas. Derogación inmediata de las reformas
laborales, del artículo 135bis de la Constitución y decimos derogación,
no añadirle un párrafo. Defensa de la autonomía local. Democracia
participativa. Ecosocialismo y defensa del medio ambiente. Oposición
firme y radical al patriarcado, pues sin feminismo, no hay socialismo.
Reparto de la riqueza, justicia fiscal y defensa de los sectores y
servicios públicos, desde lo público. Lucha frontal frente a la
corrupción política y empresarial y/o de las grandes fortunas. Definir
la política ecosocialista, ecofeminista, altermundista e
internacionalista solidaria.
-Preparar, tras estos primeros contactos,
una Conferencia Socialista como estudio, encuentro, pero también para
la acción y propuestas alternativas a la sociedad. Buscar la
convergencia de la izquierda mosaico, pero ubicada en la izquierda y
democrática.
- Estudiar referencias que nos entronquen
con otras izquierdas transformadoras como el austro-marxismo, la
“segunda internacional y media” el pensamiento de Salvador Allende o los
planteamientos ideológicos y políticos de Oskar Lafontaine. Buscar
fórmulas de aproximación a fracciones socialistas y/o partidos hermanos
europeos.
-Reconstrucción de un Partido Socialista con vocación en la unidad o frente de las izquierdas y la clase trabajadora.
-Respeto por cada proceso y cada
idiosincrasia o casuística local o nacional. Autonomía de las partes,
ahora-por fuerza- pero también en el futuro.
-Creación de una Red Socialista
federalista, ecosocialista y republicana. Una red de izquierdas y que
este por el tránsito hacia el socialismo. Una red socialista democrática
con vocación en construir la conjunción de las izquierdas.
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