ALBA es antiimperialista y cumplió diez años de fructífera misión. Emilio Marin. Barómetro Internacional
El ALBA ha llegado a
once países miembros, partiendo de sus dos pilares, Cuba y Venezuela.
Este domingo los presidentes de ese espacio festejaron la década ganada
con una reunión en Cuba. Trazaron nuevos objetivos de integración.
A
los elementos anticastristas les revienta admitir que en muchas cosas
Fidel Castro no sólo tiene razón en sus planteos sino que además
visualiza los objetivos con antelación de años. El caso del ALBA lo
confirma una vez más. El comandante en jefe recibió por primera vez a un
muy joven Hugo Chávez en diciembre de 1994, recién salido de prisión.
Allí tuvieron sus primeras reuniones; de algunas participó el actual
presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que también penaba lejos del
poder, como el venezolano. Recién en 1999 éste llegó al Palacio de
Miraflores, luego de ganar las elecciones presidenciales. El sandinista
las había perdido frente a Violeta Chamorro y una oposición unida desde
Washington; demoraría varios años en retornar al gobierno en Managua.
¿Qué
le habrá visto Castro a Chávez en 1994, cuando éste salía de la cárcel
luego de haber intentado un golpe de Estado en febrero de 1992? Hasta
ese momento el gobierno cubano se llevaba aceptablemente bien con el
socialdemócrata Andrés Pérez...
Puede ser que influyera el
discurso bolivariano del ex paracaidista, así como el pasado militante
de izquierda de su hermano Adán. También las críticas al sistema de
corrupción que el alzado repetía contra los adecos y copeyanos de la IV
República; esta nadaba en petróleo pero de su renta poco y nada iba para
el pueblo. Si Chávez pidió ser recibido en la isla quería decir que no
era un militar fascistoide, de esos que con la “cara-pintada” habían
proliferado en la Argentina. Una cosa era levantarse contra la
democracia y pedir “solución política” para los crímenes del terrorismo
de Estado (Aldo Rico); y otra era dar un putsch contra un gobierno
corrupto que dilapidaba el petróleo.
En fin, algunas de esas
cuestiones y su olfato político habrá tenido en cuenta el líder cubano
cuando recibió a Chávez hace veinte años. Allí se produjo lo que ahora
se llama “buena química” y comenzó no sólo una amistad duradera, sino
también un acercamiento político entre los dos países. Hubieron de pasar
otros cinco años hasta que Chávez y su Movimiento V República pudieran
ser gobierno.
En abril de 2002 el bolivariano fue derrocado por
48 horas mediante un golpe militar-cívico orquestado por los gobiernos
de George Bush y José M. Aznar, que puso a Pedro Carmona (Fedecámaras)
fugazmente en Miraflores. El contragolpe popular y de militares
bolivarianos repuso a Chávez en su democrático sitial. Quizás ese
peligro mortal para el proceso bolivariano y su vida decidió a Chávez a
tomar compromisos más estratégicos con su amigo Fidel. A partir de allí
se aceleraron los acuerdos entre Cuba y Venezuela. El 14 de diciembre de
2004 ambos firmaron el acta fundacional de la Alternativa Bolivariana
de los pueblos de Nuestra América.
Más sumas que bajas
No
es que la colaboración bilateral comenzara en 2004. Dio un salto
cualitativo, abierto a otros países latinoamericanos y el Caribe, pero
programas solidarios ya existían antes de la partida de nacimiento del
ALBA. Cuba enviaba alfabetizadores para que Venezuela se pudiera librar
del analfabetismo con el programa cubano “Yo sí puedo” en la Misión
Robinson. También médicos para nutrir al programa “Barrio Adentro”, que
instalaron consultorios en barrios donde no habían llegado galenos en
décadas.
A su vez Venezuela mandaba a la isla barriles de crudo a
precios subsidiados, que tanto ofendió a la derecha venezolana (en el
golpe de 2002 esos sectores, con Hernán Capriles Radonski incluido,
quisieron asaltar la embajada de Cuba en Caracas y su consigna era “ni
un barril a Cuba comunista”).
Los programas cubanos de salud y
educación, que se empezaron a aplicar en otras latitudes
latinoamericanas y del Tercer Mundo, y la ayuda energética venezolana,
que por boca de Chávez aseguraba tener petróleo para abastecer a los
socios por 200 años, tuvieron grandes consecuencias políticas.
Cada
vez más naciones fueron pidiendo su ingreso al ALBA, que había cambiado
el significado de su primera letra. La “A” ya no era de Alternativa
sino de Alianza. Los vientos políticos en la región habían adquirido una
dirección antiyanqui muy fuerte, luego que en noviembre de 2005 los
presidentes -sobre todo Chávez y Néstor Kirchner, en menor medida Lula
da Silva- desbarataran en Mar del Plata el proyecto estadounidense del
ALCA.
Se fueron sumando Nicaragüa, Bolivia y más tarde Ecuador. Y
varios más, entre ellos Honduras, bajo la presidencia de Manuel Zelaya,
que fue depuesto por un golpe de Estado pro-norteamericano por haber
osado pedir la membresía del ALBA.
La salida de Tegucigalpa, fue
la única baja, forzada “manu militari”. El resto fue todo sumatoria
hasta la reunión del 14/12 en La Habana, con la incorporación de Granada
y de la Federación de San Cristóbal y Nieves. El plantel completo es de
once: Antigua y Barbuda, San Vicente y Las Granadinas, Ecuador,
Venezuela, Cuba, Bolivia, Dominica, Nicaragua, Santa Lucía, Federación
de San Cristóbal y Nieves, y Granada. Con Honduras habrían llegado a la
docena, una cifra que van a sobrepasar porque hay invitados como Haití y
otros interesados.
Para la Casa Blanca es una derrota muy amarga
que Cuba se aliara con Venezuela y ambos lograran armar esta sociedad
regional. Todos los socios del ALBA están en la CELAC y votan allí
contra el bloqueo norteamericano a Cuba. La isla socialista tiene
relaciones con todos los miembros del CARICOM, la unión caribeña. Han
pasado 42 años desde que los primeros cuatro países caribeños desafiaran
el úkase yanqui y establecieran relaciones diplomáticas con La Habana:
Barbados, Guyana, Jamaica y Trinidad y Tobago. En una reciente cumbre
CARICOM-Cuba quedó claro que todos los caribeños han normalizado su
relación con la Patria de José Martí.
Pregunta: ¿quién es el que está aislado? Respuesta obvia: Estados Unidos.
Razones concretas
El
domingo 14, en el Palacio de la Revolución, Raúl Castro y los
presidentes del ALBA tuvieron su XIII Cumbre donde hicieron un repaso de
la década ganada, esta sí sin ninguna discusión. Entre los once socios
hay una mayor sintonía política y en algunos casos hasta ideológica, muy
evidente entre Cuba, Venezuela y Bolivia.
Junto con esa mayor
cohesión, basada en una plataforma que Evo Morales definió en esa
reunión como antiimperialista, pesan mucho las acciones y trabajos
conjuntos. Este último, más que las definiciones “programáticas”, parece
ser el cemento que une los cimientos del ALBA y le permite ir
levantando su sólida arquitectura.
En esa reunión, Ecuador estuvo
representado por el vicepresidente y el canciller Ricardo Patiño, quien
puso en su cuenta de Twitter que gracias a la “Misión Milagro”,
3.482.360 personas recuperaron su vista en nueve naciones del ALBA.
Añadió que ese programa oftalmológico impulsado por Cuba ya benefició a
144.134 habitantes en Ecuador. Patiño, según Prensa Latina, “destacó los
programas de discapacidad física y neurológica que han permitido
identificar y atender a más de un millón de personas con esta condición,
en seis países a la Alianza; se entregó ayuda técnica a 864.000
discapacitados”.
En estos tiempos de crisis del capitalismo
global y de los capitalismos dependientes, a la gente humilde se la
arroja sin miramientos al abismo de la pobreza y el abandono. En cambio
en ALBA se aplican políticas de hondo humanismo. El discurso de Raúl
Castro el domingo 14, puso de relieve que cinco millones de ciudadanos
de 18 países de la región fueron alfabetizados mediante la aplicación
del método “Yo sí puedo”; que 23.944 médicos integrales comunitarios de
América Latina y el Caribe se han graduado gracias a programas
desarrollados por el ALBA, de ellos 10.228 son de países de la Alianza.
En
la agenda de la reunión estuvo la extensión de los planes de
Petrocaribe, la ampliación del Banco del ALBA y de la moneda regional,
el Sucre (sistema único de compensación regional para el comercio).
El
crudo venezolano, que antes dilapidaba la oligarquía de ese país,
sirvió de base para la creación de la empresa Petrocaribe, que favorece a
los países socios con mejores precios e inversión social. El primer
ministro de Dominica, Roosevelt Skerrit, en la reciente cumbre expresó:
“a nombre del Caribe les digo que Venezuela ha repartido su riqueza con
el resto del mundo, nunca ha enviado una bomba, sino que ha aliviado a
millones de personas de la pobreza, y aún así existe una campaña en su
contra”. Se refería a las sanciones votadas en el Capitolio.
Esa
solidaridad se lleva a cabo también con países que no son del ALBA, como
cuando Haití sufrió tremendo terremoto en 2010, o ahora que África
sufre la epidemia del Ébola. El 20 de octubre la Alianza hizo una Cumbre
Extraordinaria en La Habana para aprobar planes de lucha al respecto.
Allí el presidente cubano recordó que el 1 de ese mes había partido una
brigada médica especializada a Sierra Leona y que el 21 salían otras dos
brigadas a Liberia y Guinea.
A muchísimos argentinos esta
historia los mueve al reconocimiento y admiración. Y a muchos les queda
una pregunta: ¿cuándo Argentina será el socio número 12 del ALBA?
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