La ocultación política y mediática de las causas del atentado contra "Charlie Hebdo", sus consecuencias y retos.
Said Bouamama. Investig'Action
Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos. |
El atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo
marcará nuestra historia contemporánea. Falta por saber en qué sentido y
con qué consecuencias. En el contexto actual de la «guerra contra el
terrorismo» (guerra exterior) y de racismo e islamofobia de Estado, los
autores de este acto ha acelerado, conscientemente o no [1], un proceso
de estigmatización y aislamiento del componente musulmán, real o
supuesto, de las clases populares.
«Aún es fecundo el vientre del que surge la bestia inmunda», Bertolt Brecht, Arturo Ui
Las
consecuencias políticas del atentado ya son desastrosas para las clases
populares y van a ser peores si no se propone ninguna alternativa
política a la famosa «Unión Nacional».
En efecto, la manera de
reaccionar de los medios de comunicación franceses y de la abrumadora
mayoría de la clase política es criminal. Son estas reacciones las que
son peligrosas para el futuro y las que llevan en sí mismas muchos
«daños colaterales» y futuros 7 y 9 de enero cada vez más mortíferos.
Comprender y analizar para actuar es la única postura que hoy permite
evitar las instrumentalizaciones y desviaciones de una emoción, una
cólera y una revuelta legítima.
La ocultación total de las causas
El
hecho de no tener en cuenta las causalidades profundas e inmediatas, el
aislar las consecuencias del contexto que las hace emerger y el no
inscribir un acontecimiento tan violento en la genealogía de los
factores que lo han hecho posible condena a la tetania en el mejor de
los casos y en el peor a una lógica de guerra civil. Nadie en los medios
de comunicación aborda hoy las causas reales o potenciales. ¿Por qué es
posible que semejante atentado se produzca hoy en París? Como pone de
relieve Sophie Wahnich, existe «un uso fascista de las emociones
políticas de la masa» cuyo único antídoto es el «anudamiento posible
entre las emociones y la razón» [2]. Lo que estamos viviendo actualmente
es este confinamiento de los discursos mediáticos y políticos
dominantes a una sola emoción ocultando totalmente el análisis real y
concreto. Todo intento de análisis real de la situación tal como es o
todo análisis que trate de proponer otra explicación que la
proporcionada por los medios de comunicación y la clase política se
convierte en una apología del atentado.
Mirada al vientre fecundo de la bestia inmunda
Miremos,
pues, hacia las causas y, en primer lugar, a las que de ahora en
adelante competen a la larga duración y a la dimensión internacional.
Francia es una de las potencias que está más en guerra en el planeta.
Desde Iraq a Siria pasando por Libia y Afganistán debido al petróleo, de
Mali a la República Centroafricana pasando por Congo debido a los
minerales estratégicos los soldados franceses contribuyen a sembrar la
muerte y el desastre en los cuatro rincones del planeta. El final de los
equilibrios mundiales surgidos de la Segunda Guerra Mundial con la
desaparición de la URSS unido a la globalización capitalista centrada en
el descenso de los costes para maximizar los beneficios y a la nueva
competencia de los países emergentes convierten al control de las
materias primas en la causa principal de las injerencias, las
intervenciones y las guerras contemporáneas. El sociólogo Thierry
Brugvin resume de la siguiente manera el lugar que ocupan las guerras en
el mundo contemporáneo:
«La conclusión de la Guerra Fría
precipitó el final de una regulación de los conflictos a nivel mundial.
Entre 1990 y 2001 se disparó la cantidad de conflictos entre Estados: 57
conflictos importantes en 45 territorios diferentes. […] Oficialmente
siempre se legitima por medio de móviles virtuosos el emprender la
guerra contra una nación adversa: defensa de la libertad, democracia,
justicia… En los hechos, las guerras permiten controlar económicamente a
un país, pero también facilitar que los empresarios privados de una
nación puedan acaparar las materias primas (petróleo, uranio, minerales,
etc.) o los recursos humanos de un país.» [3]
Desde los
atentados del 11 de septiembre de 2001 el discurso de legitimación de
las guerras se construye esencialmente sobre el «peligro islamista» que
contribuye a que se desarrolle una islamofobia a gran escala en el seno
de las principales potencias occidentales, islamofobia que los propios
informes oficiales se ven obligados a constatar. [4] Estas guerras
producen al mismo tiempo un fuerte «odio a Occidente» en los pueblos que
son víctimas de estas agresiones militares. [5] Las guerras que lleva a
cabo Occidente son una de las principales matrices de la bestia
inmunda.
Próximo Oriente y Medio Oriente son un reto
geoestratégico fundamental en la voluntad de control de las riquezas de
petróleo y gas. Las estrategias de las potencias occidentales en general
y de las francesas en particular se despliegan en dos ejes: el
fortalecimiento de Israel como base y pilar del control de la región, y
el apoyo a las petromonarquías reaccionarias del Golfo.
De este
modo, el apoyo incondicional al Estado de Israel es una constante de la
política francesa que no conoce alternancia, desde Sarkozy a Hollande.
El Estado sionista puede asesinar a gran escala con total impunidad.
Sean cuales sean la magnitud y los medios de las masacres, el gerente
local de los intereses occidentales nunca está verdadera y duraderamente
inquieto. Así, François Hollande declaró durante su viaje oficial a
Israel en Israel en 2013: «Seré siempre un amigo de Israel». [6]
Y
también en este caso el discurso mediático y político de legitimación
de este apoyo se construye sobre la base de una representación del grupo
Hamás palestino pero también de la resistencia palestina en su conjunto
(a través de recurrentes imprecisiones verbales), de la población
palestina en su conjunto y de sus apoyos políticos internacionales, como
portadores de un peligro «islamista». La lógica del «doble rasero» se
impone una vez más a partir de un enfoque islamófobo adoptado por las
esferas más altas del Estado y que retoman la gran mayoría de los medios
de comunicación y de actores políticos. Este es el segundo perfil del
vientre de la bestia inmunda.
Estos factores internacionales se
conjugan con factores internos de la sociedad francesa. Antes hemos
puesto de relieve la islamofobia de Estado, propulsada por la Ley sobre
el pañuelo en 2004 y mantenida después regularmente (discurso sobre las
revueltas de los barrios populares en 2005, Ley sobre el niqab,
«debate» sobre la identidad nacional, Circular Chatel y exclusión de las
puertas de salida de las escuelas de aquellas madres que lleven velo,
acoso a las estudiantes de instituto que lleven faldas largas,
prohibición de las manifestaciones en apoyo al pueblo palestino, etc.).
Hay
que poner de relieve ahora que ninguna respuesta de las fuerzas
políticas que se declaran de las clases populares ha hecho frente a este
clima de islamofobia. Y lo que es más grave, en varias ocasiones se ha
producido un amplio consenso con el pretexto de defender la «laicidad» o
de no relacionarse con «quienes defienden a Hamás». Desde la extrema
derecha a una parte importante de la extrema izquierda se han presentado
los mismos argumentos, se han construido las mismas separaciones, se
han producido las mismas consecuencias
El resultado de ello no es otro que el arraigo aún más profundo de las islamalgamas*,
la profundización de una división en el seno de las clases populares,
el debilitamiento aún mayor de los ya debilitados diques antirracistas y
una violencia concreta o simbólica ejercida contra las y los
musulmanes. Como propone Raphaël Liogier, este resultado se puede
describir como la difusión por parte de un sector importante de la
sociedad del «mito de la islamización» que desemboca en la tendencia a
constituir una «obsesión colectiva». [7]
La tendencia a la
producción de una «obsesión colectiva» aumentó todavía más con el
reciente tratamiento mediático de los casos Zemmour y Houellebecq. Tras
haberle ofrecido múltiples tribunas, Eric Zemmour fue despedido de I-télé
por haber propuesto la «deportación de los musulmanes franceses». Esto
le permite dárselas de víctima en el contexto de esta obsesión colectiva
que hemos mencionado. Por lo que se refiere al escritor [Michel
Houellebecq] lo defienden muchos periodistas con el pretexto de que no
se puede confundir ficción y realidad. No obstante, en ambos casos queda
una profundización del sentimiento de «la obsesión colectiva» por una
parte y el sentimiento de ser una vez más insultado permanentemente por
otra. Este es el tercer perfil del vientre de la bestia inmunda.
Este
factor interno de una islamofobia banalizada tiene unos efectos
decuplicados en el actual contexto del debilitamiento económico, social y
político general de las clases populares. La pauperización y la
precarización generalizada se han vuelto insoportables en los barrios
populares. De ahí se desprenden unas relaciones sociales marcadas por
una violencia cada vez mayor contra uno mismo y contra las personas
cercanas. A ello se une el descenso de clase social de una parte
importante de las clases medias, así como el temor a ese descenso en
aquellas personas para las que las cosas todavía van bien, pero que no
son «de buena familia». Cuando estas últimas personas se sienten en
peligro disponen entonces de un blanco consensual que ya está
completamente calificado de legítimo tanto mediática como políticamente:
el musulmán o la musulmana.
El debilitamiento afecta aún más al
componente surgido de la inmigración de las clases populares, que se
enfrenta a las discriminaciones racistas sistémicas (ángulo
absolutamente muerto de los discursos de las organizaciones políticas
que se declaran de las clases populares), las cuales producen unas
trayectorias de marginación (en la formación, en la búsqueda de
vivienda, en la relación con la policía y con los controles según el
color de la piel**, etc.). [8]
La profundización de la división
entre dos componente de las clases populares en una lógica de «dividir a
quienes deberían estar unidos (los diferentes componentes de las clases
populares) y de unir a quienes deberían estar divididos (las clases
sociales con intereses divergentes)» es el cuarto perfil del vientre de
la bestia inmunda.
¿Qué pare este vientre?
Esta matriz es claramente propicia para la emergencia de trayectorias nihilistas que se traducen en la matanza de Charlie Hebdo.
Estas trayectorias, que son extremadamente minoritarias, son una
producción de nuestro sistema social, así como de las desigualdades y
discriminaciones generalizadas que lo caracterizan.
Pero lo que
las reacciones al atentado han revelado es igual de importante y
cuantitativamente está mucho más extendido que la opción nihilista (¿por
ahora?). Sin poder ser exhaustivos, recordemos algunos elementos de
estos últimos días. Por lo que se refiere a los discursos, tuvimos a
Marine Le Pen exigiendo un debate nacional contra el «fundamentalismo
islámico», al bloque identitario que declaraba la necesidad de «poner en
tela de juicio la inmigración masiva y la islamización» para luchar
contra el «yihadismo», al periodistas Yvan Rioufol de Le Figaro que conminaba a Rokhaya Diallo de desolidarizarse en RTL, a Jeannette Bougrab que acusaba a «quienes han calificado a Charlie Hebdo
de islamófobo» de ser los culpables del atentado, sin contar todas las
declaraciones que hablaban de «guerra declarada». A estas palabras se
unen los pasos al acto de estos últimos días: una miembro de Femen se
filma quemando y pisoteando El Corán, se producen unos disparos contra
la mezquita de Albi, aparecen unas pintadas racistas en las mezquitas de
Bayona y Poitiers, se lanzan granadas contra otra en Mans, se producen
disparos contra una sala de oración en Port la Nouvelle, se quema otra
sala de oración en Aix les Bains, se cuelgan una cabeza y vísceras de
jabalí ante una sala de oración en Corte, Córcega, un kebab es objeto de
una explosión en Villefranche sur Saône, un automovilista es el blanco
de unos disparos en el Vaucluse, se molesta a un estudiante de
secundaria de origen magrebí de 17 años durante un minuto de silencio en
Bourgoin-Jallieu en Isère, etc. Estas palabras y actos muestran la
magnitud de los daños que ya han causado las últimas décadas de
banalización islamófoba. También forman parte de la bestia inmunda.
La
bestia inmunda se encuentra también en la sangrante ausencia de
indignación frente a las innumerables víctimas de las guerras
imperialistas de estas últimas décadas. Al reaccionar a propósito del 11
de septiembre la filósofa Judith Butler se pregunta sobre la
indignación desigual. Pone de relieve que la justificada indignación por
las víctimas del 11 de septiembre se acompaña de una indiferencia por
las víctimas de las guerras emprendidas por Estados Unidos: «¿Cómo es
que no nos dan los nombres de los muertos de esta guerra, incluidos
aquellos a los que ha matado Estados Unidos, aquellas personas de las
que nunca tendremos una imagen, un nombre, una historia, nunca tendremos
el menor fragmento de testimonio sobre sus vidas, algo que poder ver,
tocar, saber?». [9]
Esta indignación desigual está en la base de
un proceso de producción de una división muy real en el seno de las
clases populares. Y es esta división la que es portadora de todos los
peligros, sobre todo en un periodo de construcción de «la unión
nacional», como el actual.
La unión nacional que sueñan con
construir es «todas y todos juntos contra aquellos que no son de los
nuestros, contra aquellas y aquellos que no enseñen su patita
blanca***».
Una formidable instrumentalización política
Pero
el escándalo que vivimos hoy no se detiene ahí. Con un cinismo
consumado se despliegan todo el día instrumentalizaciones de la
situación y del pánico que esta suscita.
* Refuerzo de la seguridad y ataques contra las libertades democráticas
Algunos,
como Dupont Aignan, reclaman «más flexibilidad a las fuerzas del orden»
aunque el pasado otoño ya se votó una nueva «ley antiterrorista». Y
haciéndose eco, Thierry Mariani alude a la Patriot Act
estadounidense (cuya consecuencia fue un grave ataque contra las
libertades individuales con el pretexto de la lucha contra el
terrorismo): «Estados Unidos supo reaccionar tras el 11 de
septiembre. Se ha denunciado la Patriot Act, pero desde entonces no ha
habido atentados, aparte del de Boston». [10]
Instrumentalizar
el miedo y la emoción para reforzar unas leyes y medidas liberticidas
es la primera manipulación que se pone hoy a prueba para medir las
posibilidades en materia de regresión democrática. Determinadas
reivindicaciones legítimas y urgentes se vuelven ya inaudibles debido al
enorme aumento de las medidas de seguridad que tratan de aprovecharse
de la situación: por ejemplo, será mucho más difícil llevar a cabo la
lucha contra los controles según el color de la piel y continuarán las
humillaciones cotidianas que estos producen en medio de la indiferencia
general.
* La unidad nacional
La
construcción activa y determinada de la unidad nacional es la segunda
instrumentalización importante en curso. Permite poner en sordina el
conjunto de las reivindicaciones que traban el proceso de desregulación
generalizada. Por muy burdo que sea, es eficaz en un clima de miedo
generalizado, que el conjunto de los medios de comunicación producen
cotidianamente. En algunas ciudades la unidad nacional se ha extendido
ya al Frente Nacional que ha participado en las concentraciones de apoyo
a Charlie Hebdo. [La ex ministra francesa de Justicia Rachida]
Dati y [el ex primer ministro francés François] Fillon se indignan ya de
«la exclusión» de Marine Le Pen de la unidad nacional. Esta «unidad
nacional» también es lo que más daño político ha provocado puesto que
destruye las raras referencias positivas que pudieran existir antes en
términos de posibles alianzas e identidades políticas.
* La conminación a justificarse
Otra
instrumentalización es la permanente conminación que se hace a los
musulmanes reales o supuestos a justificarse por unos actos que ellos no
han cometido y/o a desmarcarse de los autores del atentado.
Este
hecho de ser permanentemente acusado es humillante. A nadie se le
ocurrió exigir a los cristianos reales o supuestos una condena cuando el
noruego Anders Behring Breivik asesinó a 77 personas en julio de 2011
reivindicándose como islamófobo y nacionalista blanco.
Tras esta
conminación se encuentra la lógica que plantea que el islam es por
esencia incompatible con la República. De esta lógica se desprende la
idea de poner a los musulmanes, reales o supuestos, bajo vigilancia no
solo policial, sino también de los medios de comunicación, de los
profesores, de los vecinos, etc.
* ¿Ser Charlie? ¿Quién puede ser Charlie? ¿Quién quiere ser Charlie?
Por último, la consigna «todos somos Charlie» es la ultima instrumentalización desplegada estos días. Si el atentado contra Charlie Hebdo
es condenable, sin embargo está fuera de cuestión olvidar el papel que
ha desempeñado este semanario en la construcción del actual clima de
islamofobia.
También está fuera de cuestión olvidar las odas a
Bush que acogían sus páginas cuando este impulsaba esta famosa «guerra
contra el terrorismo» en Afganistán y después en Iraq. Estas tomas de
postura escritas o dibujadas no son detalles o simples diversiones sin
consecuencias: son el origen de múltiples agresiones a mujeres veladas y
de muchos actos contra lugares de culto musulmanes. Sobre todo, este
semanario ha contribuido enormemente a dividir a las clases populares en
un momento en que más que nunca necesitaban unidad y solidaridad. No
somos más Charlie ayer que hoy.
Los tiempos que se avecinan van a
ser difíciles y costosos. Para detener la escalada tenemos que acabar
con la violencia de los dominantes: tenemos que luchar para parar las
guerras imperialistas en curso y derogar las leyes racistas. Para
detener la escalada tenemos que desarrollar todos los marcos y
acontecimientos de solidaridad destinados a impedir la invasión de
palabras o de actos racistas y, sobre todo, islamófobos. Para detener la
escalada tenemos que construir todos los espacios posibles de
solidaridad económica y social en nuestros barrios populares, con total
autonomía respecto a quienes predican la unión nacional como
perspectiva.
Necesitamos más que nunca organizarnos, cerrar
filas, rechazar la lógica que «divide a quienes deberían estar unidos y
une a quienes deberían estar divididos». Más que nunca tenemos que
designar al enemigo para construirnos juntos: el enemigo es todo aquel
que nos divide.
Notas:
[1] Por una parte es demasiado pronto para decirlo y por otra el resultado es el mismo.
[2] Sophie Wahnich, La révolution française, un événement de la raison sensible 1787-1799, Hachette, París, 2012, p. 19.
[3] Thierry Brugvin, Le pouvoir illégal des élites, Max Milo, París, 2014.
[4] Djacoba Liva Tehindrazanarivelo, Le racisme à l’égard des migrants en Europe, éditions du Conseil de l’Europe, Estrasburgo, 2009, p. 171.
[5] Jean Ziegler, La haine de l’Occident, Albin Michel, París, 2008.
[6] Le Monde, “Hollande «ami d’Israël» reste ferme face à l’Iran”, 17-11-2013.
* N. de la t.: “Islamalgame”
es un neologismo creado para expresar todas las amalgamas, siempre con
connotaciones negativas, que se hacen a propósito del islam (islam y
terrorismo, islam y delincuencia, etc.).
[7] Raphaël Liogier, Le mythe de l’islamisation, essai sur une obsession collective, Le Seuil, París, 2012.
** N. de la t.: “contrôles au faciès”
en el original. Se refiere a los controles policiales que se hacen en
Francia sobre todo a las personas que no son de piel blanca y que los
sufren con mucha más frecuencia que aquellas que tienen la piel blanca
[8]
Véase sobre este aspecto mi último artículo en mi blog, “Les dégâts
invisibilisés des discriminations inégalité sociales et des
discriminations racistes et sexistes”, https://bouamamas.wordpress.com/
*** N. de la t.: Hay un juego de palabras intraducible con la expresión “montrer patte blanche”,
cuyo origen está en una fábula de La Fontaine de la cabrita que pedía
al lobo que enseñara su patita blanca para poder entrar y que
actualmente significa “enseñar un signo de reconocimiento convenido,
decir la contraseña necesaria para entrar en algún lugar”. Su traducción
literal sería “enseñar la pata blanca”.
[9] Judith Butler, citada en Mathias Delori, “Ces morts que nous n’allons pas pleurer”, http://blogs.mediapart.fr/blog/math..., consultado el 9 de enero de 2015 las 18:00 h.
[10] Le Parisien, 8-01-2015
Animador del Collectivo Manouchian, Said Bouamama
es un sociólogo, militante asociativo y político. Su especialidad es la
inmigración, las discriminaciones y el racismo como procesos de
dominación. Said Bouamama fue uno de los participantes de la Marcha por
la Igualdad de diciembre de 1983 en la que convergieron hacia París
miles de personas que luchaban por acabar con el racismo y las
discriminaciones masivas del estado francés hacia una parte de sus
ciudadanos, en especial aquellos de origen magrebí, en un contexto
generalizado de crímenes racistas y banalización de la extrema derecha.
Acaba de publicar Figures de la Révolution Africaine (de Kenyata à
Sankara), Editions La Découverte, 2014. También es el autor de Les
classes et quartiers populaires. Paupérisation, ethnicisation et
discrimination, Éditions du Cygne, 2009; La France: Autopsie d’un mythe
national, Larousse, 2008 y L’affaire du foulard islamique: production
d’un racisme respectable, Le Geai bleu, 2004, entre muchas otras obras.
Fuente: http://www.michelcollon.info/L-attentat-contre-Charlie-Hebdo-L.html?lang=fr
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