viernes, 26 de septiembre de 2014

Pongamos el Socialismo en el centro del debate para rescatar el Socialismo.



Pongamos el Socialismo en el centro del debate para rescatar el Socialismo

Un artículo de Carlos Martínez.
En el Reino de España, el espectro mediático, académico y político situado en torno al Sistema  que forma parte del conglomerado socio-político que apoya la plena vigencia de la Constitución del 78, la monarquía y la permanencia en el poder de las oligarquías económica y política que nos dominan, está muy preocupado, sobre todo en Madrid. Veamos.

Un seísmo está afectando a la política española y es la crisis que atraviesa el PSOE. El PSOE forma parte del sistema del Reino de España y es actualmente algo parecido al Partido Demócrata de los EEUU, si bien este último tiene sectores a su izquierda. Pero estamos en este caso, afortunadamente, en la Europa Latina y el bipartidismo existente es digamos imperfecto. Así ha sido siempre.  De hecho, a pesar de las trabas legales y el favoritismo mediático y legal hacia los dos partidos que se turnan el gobierno, no podemos hablar de bipartidismo.

El diseño de Estado de la UCD, pero también de Manuel Fraga y los asesores de la monarquía en el inicio de la transición, crearon una estructura tendente a que la derecha económica pudiera controlar siempre el Estado. El  modelo, mediáticamente imperante todavía a pasar de su actual crisis, establecía un bipartidismo, solamente “tocado” con los nacionalismos de derechas, democristiano en el caso vasco y neoliberal en el catalán a los que el sistema asumía bastante bien, y de hecho a pesar de las tormentas se siguen considerando parte del juego.

Crisis del Socialismo en el Estado español. Inicios y renuncias ideológicas
El PSOE tras un breve periodo de tiempo con posiciones socialdemócratas incluso republicanas en el inicio de la transición, se convirtió en un partido de un amplio sector de las clases populares, dominado por una clase media sin instinto de clase, carente de conexión con el socialismo y la lucha de clases, moderada, “moderna” y “progresista”,  que abandonó el análisis marxista, y, por tanto, el socialismo y la socialdemocracia clásica, e incluso abjuró en su sector mayoritario del keynesianismo. Con una sólida implantación en la clase obrera en un principio, a la que contribuyó a hacer desaparecer, al menos en sus sectores más combativos con las reconversiones industriales y mineras que protagonizó. Su amor por los servicios y su empeño en deslocalizar nuestro débil tejido industrial, siguiendo los imperativos de la UE, entonces Comunidad Europea. Solo dos segmentos obreros no desaparecían: albañiles y camareras y camareros. La UGT, en principio su sindicato, acabó en el mandato de Nicolás Redondo, rompiendo amarras y caminando por libre. Cierto es que manteniendo vínculos, lo cual no le ha impedido montar huelgas generales a gobiernos “psoistas” y distanciarse al igual que lo hacían sectores de las clases trabajadoras.
Es pues el “psoismo” actual un fenómeno de clase media, media y baja, incluso alta ilustrada, que conserva todavía importantes bolsas de votos populares y que vive de expolear la vieja, pero importante, tradición socialista en el Estado español, eso sí, cuando está en la oposición.
El establishment madrileño que domina España, según tesis del profesor Navarro y que yo comparto, está preocupado porque su fuerza para mantenerse y seguir chupando del bote necesita del bipartidismo y el mal llamado socialismo, que es un muro de contención de las aspiraciones populares. La lástima y motivo de preocupación para el sistema, es que las clases populares comienzan a darse cuenta y sobre todo los más jóvenes y politizados, ligados al 15M o los que reciben su influencia que son muchos y muchas, así como los allegados a la izquierda, piensan que el PP y el PSOE son lo mismo. Si la conciencia de que el PP y el PSOE son iguales se extiende más todavía, ocurrirá en todas partes del Estado, lo mismo que en Galicia, Euskadi o próximamente en Cataluña. Excepto tal vez en Andalucía y Extremadura, gracias al balón de oxigeno que le está prestando al PSOE en este caso IU, aunque sea por razones diferentes, pero coincidentes en el resultado final.
A pesar de ello, la dirección torpe del decadente PSOE actual, entiende que lo que hay que hacer es aguantar y confía en que las aguas volverán a su cauce. Son malos tiempos que hay que saber superar. Todo lo más, han preparado una generación de personas más jóvenes, casi todas y todos ellos profundamente socioliberales, desconocedores de la historia de su propio partido hasta 1982, formados en el marketing de marcas comerciales y electoral anglosajón, ignorantes de marxismo y socialdemocracia clásica y criados en despachos de aparatos, que jamás han sufrido “mobing” laboral, un despido injusto o una nómina falseada, pero tampoco han vivido las luchas sociales, las huelgas o la angustia de no poder hacer frente a una hipoteca. Son profesionales, formadas y formados por profesionales, que creen ser algo todavía, a pesar del creciente desprecio que las clases populares sienten por ellos, tal y como vienen demostrando los diferentes sondeos electorales. El sistema les ampara y se sienten con derecho divino a ser los y las elegidas.

Ante este panorama un partido históricamente de tipógrafos, mineros, agricultores, maestros, fundidores o profesores universitarios, pasando por carpinteros y escayolistas, ha pasado a la historia. Se ha olvidado. El socialismo es solo pensiones mejores –sin exagerar y solo lo “sostenible”-, escuela para todos, eso sí, incluyendo la concertada con curas y monjas, servicios públicos, aunque con externalizaciones, y la igualdad. Pero ya no es la igualdad de sexos y el fin de la opresión de los de abajo por los de arriba, sino la mejoría de determinadas situaciones de género, que también es importante, pero no solo. La igualdad es el fin del patriarcado, de la explotación capitalista, de la dominación sexista.

Las cúpulas y cuadros socioliberales piensan que todo volverá a su lugar cuando el PP se queme. Pero no analizan que lo que se está quemando es el régimen, la constitución que ellos -aunque ahora abjuren y se disculpen- vendieron a los bancos y los mercados para nada bueno hacia las clases populares. La deuda nos esclaviza, y encima esta esclavitud es constitucional gracias al Gobierno “psoista” de Zapatero y al Partido Popular que le apoyó.

Las respuestas populares y la recomposición de las ideas socialistas

Los y las dirigentes del socioliberalismo español piensan que radicalizando su lenguaje en la oposición e incluso sacando pancartas contra recortes que ellos comenzaron a imponer, se olvidarán sus daños casi irreparables en este sistema, y se volverá a confiar en una oligarquía profesional de mediocres y sin ideales. Ahora reclaman la dación en pago, con condiciones, y que cuando gobernaban votaron en contra. Votaron a favor y en contra de propuestas totalmente al revés que los socialistas franceses por ejemplo. Ante todo esto los socialistas, no podemos permanecer callados ni consentir tanto atropello a la moral política y a las personas. Pienso que la solución, es volver a poner el Socialismo en el centro del debate. El sistema capitalista ha fracasado. Nunca había habido tanta pobreza y miseria en el mundo. El peligro de guerras e invasiones se multiplica. El paro avanza inexorable. Los estados de bienestar europeos son desmontados y eliminados poco a poco o bruscamente. En Europa, la democracia, de más baja calidad cada día, está en peligro. Ante esto surgen propuestas de nuevas organizaciones sociales y socio-políticas capaces de unir a las y los de abajo frente a los de arriba y defender la democracia buscando la justicia y el reparto.
En Europa como en Latinoamérica hay fuerzas políticas nuevas que se reclaman socialistas y lo son. Desde regímenes democráticos y con formulas democráticas luchan por el socialismo, es decir por la igualdad real entre hombres y mujeres y la superación de las clases y el sistema de dominación. No solo por la simple igualdad de oportunidades, sino por la igualdad, el reparto y la propiedad pública de los bienes estratégicos y naturales por parte de la sociedad así como por la democracia plena y participativa. En Alemania, Francia, Grecia, Holanda, Dinamarca, Portugal, surgen fuerzas socialistas de izquierdas y radicales como nuevos referentes ante una socialdemocracia sin proyecto propio más allá de dulcificar el liberalismo. En América Latina, hay nuevas fuerzas socialistas -no precisamente las ligadas a la Internacional llamada socialista, que ampara a partidos derechistas, pro-norteamericanos aliados a sus oligarquías, además de corruptos, como por ejemplo Acción Democrática- . En Brasil, Venezuela, Bolivia o Uruguay entre otras repúblicas, nuevos partidos socialistas, ejecutan políticas al margen del neoliberalismo y defendiendo sus patrias, a sus pueblos.
Antiguos “adecos”, -ex militantes de AD en Venezuela- forman parte hoy del PSUV, el partido socialista que preside Hugo Chávez. Socialdemócratas alemanes y socialistas franceses constituyen hoy partidos como Die Linke y el Parti de Gauche, que forman parte del Partido de Izquierda Europeo o en Portugal el Bloco de Esquerdas, en el que socialistas de izquierdas, neotrostkistas y cristianos de base, han alumbrado una interesante, novedosa y combativa izquierda con mucho apoyo juvenil, ante un Partido Socialista neoliberal e iniciador de los crueles recortes portugueses.  No es problema el nombre. Ni es importante el ropaje externo, a veces puro marketing comercial. Cuando Pablo Iglesias participó en la fundación del PSOE quería llamarle Partido Obrero a secas. Jaime Vera, solo Partido Socialista, al final fusionaron nombre y todos contentos. El problema no son las siglas, es el contenido. Un partido que se llama socialista y solo le preocupa apuntalar el capitalismo, cree en un sistema liberal, es un fraude y da igual como se llame.

Del socialismo y del tránsito hacia el socialismo
Sin complejos pongamos el socialismo en el debate político, en la agenda social. Hagamos ver las contradicciones del capitalismo para con las clases populares, como este sistema conduce a las crisis y las crisis al paro, la pobreza y la exclusión, la injusticia, y cómo el sistema capitalista para superar su crisis, lo hace a costa de transferir rentas de trabajadores a capitalistas, despidiendo y rebajando el sueldo a los pobres, a los trabajadores y trabajadoras para de esa forma acumular capital y seguir explotando.  Por tanto la solución a la crisis pasa por repartir, defender lo público, hacer fluir el crédito en condiciones no especulativas, para lo cual hay que socializar la banca y fortalecer la economía social, al igual que la propiedad social de los medios de producción estratégicos. Hay que defender el medio ambiente y la Madre Tierra, defendiendo el carácter público no privatizable del agua, la energía y el oxígeno y perseguir el machismo sea criminal o cultural.

El Socialismo es reparto, es propiedad pública, es medio ambiente colectivo, nunca privado, y defensa de mares, ríos y bosques. El Socialismo es gestión pública y cooperativa del crédito y de la economía. El tránsito hacia el Socialismo exige intervención en la economía, banca pública, profunda reforma fiscal, reparto, un fuerte sistema público de protecciones sociales, educativas y sanitarias, derechos laborales garantizados. Industrias estratégicas y transportes públicos de propiedad pública y total libertad expresión; además de democracia real, con todos los cargos del estado electivos y revocables cuando no cumplan éticamente con el trabajo que le han encomendado sus conciudadanos con igualdad de derechos y deberes. El Socialismo del Siglo XXI exige un tránsito no solo nominal o publicitario sino real. La tercera vía, el liberalismo y sobre todo el neoliberalismo han fracasado, están en crisis y solo saldremos de esta crisis haciendo lo contrario de lo que han propiciado. No hay alianza posible entre justicia, solidaridad y capitalismo, son como el agua y el aceite.
Todas estas sencillas premisas las bebemos de los clásicos, de Marx, de Engels, de Lenin, de Trotsky, Rosa Luxemburgo, de Kautsky, de Jaurès, de Iglesias, de Largo Caballero, de Besteiro, de Gramsci, de Allende, de Mariátegui, de Paco Fernández Buey, de Oskar Lafontaine, de Mélenchon, de Ignacio Ramonet, de Bernard Cassen, de Samir Amin, de Marta Harnecker, de Françoise Houtard, de Susan George, de Álvaro García Linera, de Rafael Correa, de Frei Betto, de tantas y tantos que han pensado y piensan en justicia, reparto, estado social y socialismo.

Como tenemos ideas, propuestas y alternativas, las personas socialistas del estado español, debemos agruparnos al margen de un grupo de profesionales y gestores liberales, en algún caso con tintes sociales, que no se cuestionan el sistema y se rinden a él. El problema del PSOE, no es de nombres propios, lo es de proyecto y si ese proyecto es socialista, es decir transformador y superador del liberalismo o no. Si no lo es ¿Para qué perder el tiempo apoyando a una oligarquía política tremendamente desprestigiada e incluso despreciada socialmente? ¿Para qué confiar en recambios como Carmen Chacón que fue miembro de la Comisión Trilateral, es decir un oscuro lobby pro-capitalista y anti-socialista? Al igual que su compañera Trinidad Giménez protectora de todos los lobbys anti-socialistas y contrarrevolucionarios de América Latina ¿Para qué seguir favoreciendo las aspiraciones de cachorros socioliberales que jamás han tenido que fichar o buscar trabajo y además han demostrado en su militancia ser tremendamente cainitas y vengativas o vengativos? ¿Es ese el recambio? ¿Tanto nos ciega la marca?

El presente y futuro del Socialismo
Se decida lo que se decida en el seno de las oligarquías políticas, la ciudadanía de este Estado está tomando otros rumbos. Personas como Xose Manuel Beiras o Mélenchon están demostrando que el liderazgo real y la política no tienen edad, pero si ideas y coherencia. Que la izquierda se está reconstituyendo al margen de la voluntad del sistema y a pesar del sistema. Que el 15M ha contribuido a crear una nueva forma de entender la política y esta fórmula ha venido para quedarse. Que no serán jóvenes-viejos moderados y cobardes frente a los poderosos los que articulen las izquierdas sociales y transformadoras.
Hoy en el Reino de España hay ya asociaciones y coaliciones que desde diversos puntos de vista trabajan por el socialismo, como: Socialismo21, Construyendo LA IZQUIERDA, Alternativa Galega de Esquerda, ISI… pero también, fuerzas nacionalistas de izquierdas, eco-socialistas, militantes y partidos en el seno de Izquierda Unida y socialistas que al margen de la oligarquía socioliberal trabajan por construir un referente socialista que acompañe a la conformación de nuestra imprescindible SYRIZA o frente amplio y de izquierdas, que sea capaz de elaborar un programa de gobierno y ser alternativa de gobierno a la derecha y al sistema, e impulse la lucha contra la austeridad, la estafa de la deuda y le plante cara a la neoliberal Unión Europea, al capitalismo y los bancos alemanes. Una fuerza amplia y moderna, nueva y combativa que beba en los clásicos pero sea capaz de liderar el tránsito hacia el Socialismo del siglo XXI.
Una fuerza que se articula en calles y plazas, en manifestaciones y huelgas generales, que apoye procesos constituyentes y alternativos. Una fuerza que esté por el socialismo, es decir: la superación de un sistema de dominación de clases y por la propiedad pública de los servicios públicos y los medios de producción estratégicos y los de consumo, evitando la especulación, acaparamiento y monopolios a costa del pueblo. Esto, no es un slogan, debe ser un camino que  exige ya el ir haciéndolo. No recorrer esa senda, no es socialismo.

Una fuerza que proponga alternativas a la crisis capitalista, porque las hay. Cuando los neoliberales, pro-capitalistas y miembros de la tercera vía, afirman que no se sabe qué hacer para acabar con la crisis y que las únicas recetas posibles son las suyas, faltan a la verdad. La crisis sistémica se anunció y denunció, el sistema la ocultó por que favorecía a sus intereses bancarios y especulativos. Hay alternativas, están explicadas y publicadas. Aunque, el socioliberalismo y el neoliberalismo miran a otro lado y las consideran reflexiones de grupo de locos y locas e iluminados. Podemos afirmar sin embargo, que ellos son unos fracasados y nos están llevando a la miseria, la injusticia y la represión. La respuesta es simple, los fracasados y fracasadas liberales no pueden encontrar soluciones, no están capacitados, ni esperanzados. No quieren repartir la riqueza, sino las sobras del pastel. Las personas socialistas trabajamos por repartir la tarta, no las guindas, y propiciar un mundo diferente, con un orden distinto.

Carlos Martínez
ATTAC Andalucía

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