La dimensión de la Salud Pública de Cuba
A Hilda, de 17 años, le diagnosticaron ramificaciones vasculares múltiples en el hemisferio derecho del cerebro. Al no poder ser tratada en su país, el Ministerio de Salud Pública le costeó el tratamiento en Europa
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Alda Soria junto a su hija Hilda.- RAQUEL PÉREZ
A Alda Soria se le cayó el mundo encima cuando se enteró de
que la enfermedad de su hija no podía ser tratada en Cuba por carecer de
los equipamientos médicos necesarios. A Hilda, de 17 años, le
diagnosticaron ramificaciones vasculares múltiples en el hemisferio
derecho del cerebro, lo cual le producía fuertes dolores de cabeza y el
desplazamiento hacia afuera del ojo.
Alda es asistente de
enfermería, una persona muy humilde que no podría costear la atención
médica en el extranjero. Sin embargo, los especialistas del hospital
neurológico de La Habana la calmaron explicándole que había una salida,
recomendarían su traslado para que la operaran en Europa.
Poco tiempo después una comisión del Ministerio de Salud Pública daba el visto bueno y se destinaban 60 mil euros para la intervención quirúrgica, los pasajes de Hilda
y su madre, el hotel de esta última y el transporte. "Finalmente en el
tratamiento de mi hija se invirtió 26 mil euros así que el resto se
reasignó a un enfermo cubano de cáncer en la columna que se atiende en
otra clínica de ese mismo país y que ya lleva gastados 200 mil", nos
explica Alda.
El caso de Hilda no es una excepción, nos recuerda
el exembajador de Cuba en España, Alejandro González. "Conozco bien el
tema porque durante mi estancia en Europa hemos pagado en diferentes
países la atención a pacientes cubanos por valor de 70, 80 y 100 mil
euros" y recuerda que "cuando no se
hacían los trasplantes de riñón en Cuba se costeaba la estancia del
enfermo y su acompañante durante 2 años en el extranjero".
Los enfermos cubanos van a todas partes del mundo La condición de Alda para dar la entrevista a Público fue
que no mencionáramos el país ni la clínica donde fue tratada su hija,
"es que son gente buena que cobra lo mínimo porque es Cuba y si los
mencionamos después empiezan las campañitas contra ellos". Nos dijo
además que los enfermos cubanos van a todas partes del mundo, "mientras esperaba el viaje encontré una niña que sería atendida en EEUU y otro paciente al que enviaban a Italia".
"Cuando
aparece un caso como el de mi hija se comienza a buscar una clínica en
cualquier parte del mundo que tenga la tecnología para atenderla.
Después entre ellas encontrar una en la que sus médicos estén dispuestos
a tomar un caso que ha sido atendido por galenos de otra parte del
mundo. No es fácil", nos explica Alda.
Sin embargo, en 4 meses Hilda estaba siendo atendida en una de las mejores clínicas de Europa,
donde los resultados fueron tan exitosos que ni siquiera necesitó la
radiocirugía. Asegura la madre que el trato que recibieron fue
maravilloso. "El médico nos preguntó a mí y a mi hija que esperábamos de
la intervención, yo dije que la salud y la niña respondió que quedar
bonita. Cuando terminó nos enteramos que le habían hecho también algo de
cirugía estética para borrar todo rastro de la enfermedad".
Hilda acompañada de sus amigos en La Habana | Raquel Pérez
En
agosto de este año regresaron a Cuba, Hilda aún está convaleciente pero
podrá retomar sus estudios el próximo curso. Ha nacido de nuevo pero ve
lo ocurrido como algo normal, para los jóvenes y adolescentes cubanos recibir atención médica de forma gratuita sin importar los costes no es extraño,
les toca desde que están en el vientre de sus madres. Alda justamente
trabaja en una residencia de embarazadas, donde se las interna cuando
existe algún tipo de riesgo.
La madre de Hilda no puede evitar las
lágrimas cuando agradece a las autoridades de la Salud Pública de Cuba y
a los médicos extranjeros que la atendieron. Sabe que nunca hubiera podido reunir el dinero necesario para pagar la operación de su hija y que eso hubiera significado la muerte de la adolescente.
Vuelve
a sonreír cuando al ser preguntada sobre si son familiares de algún
dirigente. Extiende las manos mostrándome el humilde apartamento y los
muebles viejos. "Yo no tengo ningún familiar que sea una persona
importante, ni siquiera un conocido. Incluso soy una madre que cría sola
a sus hijas. No fue necesario que hiciera gestión alguna, los propios médicos que atendieron a Hilda en Cuba fueron los que gestionaron todo. Así funciona aquí".
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