A propósito de Willy Toledo y PODEMOS. La izquierda del siglo XXI. José López. Rebelión
Hace pocos días el
comprometido actor Willy Toledo declaró públicamente que se desmarcaba
de la nueva formación PODEMOS en la que estuvo a punto de participar.
Incluso llegó a compararla con el PSOE de 1982. Antes de nada quisiera
declarar mi respeto por Willy, quien siempre da la cara y ha demostrado
con sus palabras y sus acciones que lucha contra el actual sistema
capitalista. Sin embargo, en mi humilde opinión, Toledo se equivoca
doblemente. Por desmarcarse tan pronto de PODEMOS, a la cual no le ha
dado tiempo de demostrar sus verdaderas intenciones, ni si su estrategia
es correcta o no, y por las causas esgrimidas para hacerlo. Willy tiene
todo el derecho a discrepar, a mostrar sus opiniones en público, pero
como cualquier otro mortal, incluido quien escribe estas líneas, no está
libre de cometer errores. Con crítica y con autocrítica todos podemos
superar nuestros inevitables errores. Pero siempre desde el más
escrupuloso respeto. La Revolución sólo puede avanzar con el debate más
libre posible, sin caer en ningún tipo de represión ni de desprecio.
Entre todos los que realmente luchamos contra este alienante sistema
podremos dar con la estrategia adecuada para sustituirlo por otro mejor.
Porque la Revolución no se producirá sólo porque se den ciertas
condiciones objetivas, el capitalismo no caerá por sí solo (o si lo hace
arrastrará consigo a la humanidad y su hábitat), se necesita una estrategia adecuada, la cual debe adaptarse al lugar y al momento histórico. Tal como argumentaron en su día los revolucionarios clásicos.
Y plantear, como hace Willy, un discurso abiertamente de izquierdas,
tradicionalmente de izquierdas, que hable de socialismo, de lucha de
clases, plantear ya incluso un programa que defienda la expropiación de
los medios de producción, la expropiación a los expropiadores,
desgraciadamente, en la España del siglo XXI, es predicar en el
desierto, es hacerle el juego a la oligarquía capitalista. ¿Por qué?
Porque la mayoría ciudadana está presa de muchos prejuicios. Ahora, a
diferencia de la época de los Marx o los Lenin, las palabras y las ideas
del socialismo, comunismo… están muy desprestigiadas frente a la
opinión pública. Cualquiera que trabaje en cualquier sector de la
economía y hable con sus compañeros de trabajo puede comprobar que si
uno habla como dice Toledo que hay que hacerlo normalmente predica en el
desierto. La estrategia en la guerra ideológica no puede ser igual que
antes de la experiencia y la caída de la URSS, del llamado “socialismo
real”. Los defensores del capitalismo se sienten muy cómodos con
aquellos revolucionarios que se declaran abiertamente partidarios del
comunismo. Porque cuando la mayor parte de la gente oye ciertas palabras
“mágicas”, sus prejuicios (resultado de décadas de propaganda
capitalista) se ponen en funcionamiento automáticamente. ¿Cómo es posible luchar contra los prejuicios sin tenerlos en cuenta? No es posible. Por esto el “viejo” (pero muy vigente en su contenido) discurso de la izquierda no funciona en la guerra ideológica.
A los hechos podemos remitirnos. Llega una de las crisis más
importantes del capitalismo de las últimas décadas y la vieja izquierda
no es capaz de aprovechar la ocasión para avanzar hacia la Revolución. Y
no lo es porque aún no ha sido capaz de superar sus errores teóricos,
pues, como bien decía Lenin, sin teoría revolucionaria no hay práctica
revolucionaria. Y no ha sido capaz porque, entre otras cosas, no siguió
suficientemente los ejemplos de Marx, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo,
etc., quienes, a pesar de sus errores, sí fueron capaces de cuestionar y
cuestionarse a sí mismos en pos de dar con esa teoría revolucionaria y
actualizarla, de adaptarla al espacio y al tiempo, para lograr que la
práctica sea posible cuanto antes, en vez de postergarla
indefinidamente. Quienes critican la estrategia empleada por PODEMOS
para intentar conformar una mayoría social a favor de cambios en nuestro
sistema, ¿qué estrategia proponen? Se limitan a repetir siempre lo
mismo. ¿Es que no ven que lo que hacen no funciona? Ellos esperan que
tarde o pronto la ciudadanía, el proletariado, se apunte a sus ideas. En
vez de ir a donde están las masas, como decía Lenin (sus errores no
invalidan sus aciertos, no olvidemos que fue uno de los mejores
estrategas políticos de todos los tiempos), ellos esperan que las masas
vayan a donde están ellos. Resultado: siguen en la marginalidad. El
sistema está encantado con semejante estrategia. El sistema no se pone
nervioso con la izquierda tradicional, mientras ésta siga con el guión
marcado hace más de un siglo, para el cual el sistema está bien
preparado y ha “preparado” a las masas. Al sistema no le asusta que el
enemigo hable de socialismo, las masas piensan (erróneamente, a mi
entender) que el socialismo no funciona porque fracasó. Sin embargo,
cuando miles de ciudadanos reivindican la democracia real el sistema ya
se pone más nervioso. No digamos ya cuando eso empieza a tener cierta
repercusión en las urnas. ¿No nos da pistas la reacción del sistema?
Como decía Lenin también, la lucha por la democracia es la lucha por el
socialismo. O como afirmaba Chávez, el socialismo es democracia sin
fin. El socialismo es la democracia económica. Tarde o pronto, yo pienso
que no muy tarde, con una auténtica democracia, las “viejas” ideas del
socialismo o del comunismo podrán ser rescatadas y despojadas de
prejuicios, incluso de errores, defendidas abiertamente. En cuanto todas las ideas puedan ser igualmente conocidas, comprendidas, cuestionadas, discutidas, probadas, la verdad podrá abrirse camino.
La democracia (la verdadera y no el paripé que tenemos ahora) es la que
nos abrirá las puertas de un nuevo sistema en el que todos los seres
humanos podrán vivir dignamente. Y, por si fuera poco, alrededor de
dicha palabra (además de alrededor de reivindicaciones más concretas) es
donde las masas pueden movilizarse, es donde la izquierda puede
recuperar el protagonismo perdido. La izquierda del siglo XXI debe
emplear estrategias acordes con el siglo que le ha tocado vivir, como
así hicieron en su día las de los siglos XIX y XX. Y en esa estrategia la idea central a defender, alrededor de la cual es posible aglutinar a la mayoría social, es la democracia (real).
El sistema burgués no puede demonizar dicha palabra porque se
autoproclama democrático. El capitalismo (la dictadura económica
ejercida por quienes poseen los medios de producción) necesita evitar la
verdadera democracia, para lo cual se esmera en vaciar de contenido
todo lo posible su “democracia”. La oligarquía sólo puede sobrevivir con
oligocracia, es decir, con dictadura disfrazada de democracia. La
izquierda debe ayudar a que dicho disfraz se caiga.
La izquierda
debe ante todo centrarse en las ideas, prescindiendo de etiquetas
demonizadas ante la opinión pública, la izquierda debe ser izquierda por
el contenido de sus ideas más que por su “continente”, y sobre todo la
izquierda debe ser izquierda practicando la democracia más radical y directa posible, defendiendo en la práctica
los intereses de los explotados, la mayoría social, pero sin perder de
vista que muchos explotados, presos de la falsa conciencia de clase o de
la inconsciencia, votan aún a sus explotadores o no votan. Sin nunca
perder de vista que muchos explotados y alienados ciudadanos están
presos de prejuicios, los cuales habrá que tener en cuenta para
“desprogramarlos”. Lo cual requiere una estrategia inteligente. Lo cual
llevará inevitablemente cierto tiempo, no podrá hacerse de la noche a la
mañana. Nadie puede saber mejor esto que quien ha padecido dichos
prejuicios durante mucho tiempo, que quien está en permanente contacto
con el mundo real del trabajo. La emancipación del proletariado debe ser
obra (teórica y práctica) sobre todo (pero no exclusivamente) del
propio proletariado. Los trabajadores podemos aportar mucho en la teoría
revolucionaria, tenemos mucho que decir en cuanto a las estrategias más
eficaces para luchar contra el sistema que nos oprime. Y más ahora que
tenemos mejor formación que nunca. Y más ahora que disponemos de
Internet, donde no sólo podemos acceder a cualquier idea o información,
sino que, además, podemos crear, podemos contribuir activamente a la
causa de un mundo mejor.
Ésta es, en esencia, la estrategia
empleada por PODEMOS: además de plantear ciertas medidas concretas para
luchar contra la actual crisis, plantear cambios en pos de una
democracia auténtica, predicando con el ejemplo. Prescindiendo del
discurso y de las banderas tradicionales de la izquierda, pero con un
programa mínimo claramente de izquierdas. Que se cometen y se cometerán
errores, seguro. Pero el peor error es seguir con las viejas estrategias y los viejos discursos que han demostrado que ya no sirven.
Lo planteado por PODEMOS tiene sus riesgos, contra los cuales habrá que
luchar y estar en permanente alerta. Como el quedarnos a medio camino,
como no hacer los cambios profundos que se necesitan, como ser
subsumidos por el sistema, el cual, por supuesto, no se quedará de
brazos cruzados. Remito al artículo Cómo luchar por la Revolución.
Pero peor es ni siquiera arrancar, peor es postergar eternamente una
revolución pura porque, como acertadamente decía Lenin, ninguna
revolución es pura. Habrá, por ahora, que renunciar a ciertas cosas,
para retomarlas en cuanto la correlación de fuerzas nos sea más
favorable (para lo cual habrá que hacer algo diferente), en cuanto el
contexto nos sea también más favorable, pues en el marco de una mayor y
mejor democracia nuestras ideas realmente tendrán alguna posibilidad de
llegar y convencer a las masas. El socialismo sólo puede ser construido
con la máxima participación popular posible. La izquierda del siglo XXI debe adaptarse al siglo XXI, lo cual no significa renunciar a todo el legado histórico.
Debemos aprender de la historia, retomando aquello que funcionó y
desechando aquello que no lo hizo, además de cambiando algunas formas y
estrategias. Pero sin renunciar nunca al fin supremo: alcanzar una
sociedad libre y justa, lo cual implica superar el capitalismo.
Blog del autor: http://joselopezsanchez. wordpress.com/
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