Guía para tumbar el capitalismo
Escrito por
Juan Luis Gallego
Sí, pero ¿cómo? Esa es la pregunta contra la que choca una y otra
vez el creciente rechazo del modelo capitalista actual. ¿Realmente es
posible el cambio? ¿Hacia dónde? ¿Qué puedo hacer yo?
Sí, pero ¿cómo? Esa es la pregunta
contra la que choca una y otra vez el creciente rechazo del modelo
capitalista actual. ¿Realmente es posible el cambio? ¿Hacia dónde? ¿Qué
puedo hacer yo? El informe “Reflexionando sobre las alternativas” es,
probablemente, el más serio intento de dar una respuesta elaborado hasta
ahora. Obra del Seminari D´Economia Crítica Taifa –un grupo de
economistas, pero no solo, descontentos con el enfoque económico
dominante en las universidades actuales, “completamente monopolizadas
por la corriente de pensamiento neoclásico y neoliberal”-, el estudio,
de casi 300 páginas, es el fruto de años de trabajo afrontados con una
vocación práctica y realista, “sin sueños falsos”. Es una propuesta para
avanzar, dicen sus autores, “aquí y ahora”. No para poner parches al
sistema actual.
Una reforma fiscal, una banca ética o
una disminución de la jornada laboral, por ejemplo, son instrumentos,
pero no constituyen una alternativa. De lo que se trata es de “subvertir
la sociedad existente”, cuestionando su base, “el capitalismo”. Y,
además, con una vocación integradora, capaz de vehicular hacia el mismo
objetivo a todos los que compartan el fin último, sea cual sea su
prioridad: si uno quiere salvar ballenas mientras otros luchan contra
los desahucios, perfecto; probablemente ambos acabarán encontrándose al
final del camino. Eso sí, en el proceso los métodos son tan importantes
como el objetivo: debe ser una lucha de abajo a arriba, con procesos de
toma de decisión colectivos y sin jerarquías.
Es tal su intención de realismo que los
economistas de Taifa advierten de que, probablemente, nunca llegaremos a
esa sociedad ideal –“utópica”, dicen-, pero no hay más remedio que
avanzar hacia ella “porque la peor opción es continuar con lo que
existe”. Y, además, es obligado hacerlo en una lucha condicionada por la
realidad actual, en la que los que queremos el cambio “no tenemos el
poder” y los partidos políticos y los sindicatos, si bien han jugado un
papel fundamental en determinados contextos históricos, ahora son
“agentes muy debilitados del cambio social”.
Hay, por tanto, que vencer al
capitalismo desde el capitalismo, con las contradicciones que eso
conlleva. Este artículo no es más que un resumen de ese trabajo, un
intento por definición simplista de compendiar en unas pocas ideas lo
que, a todas luces, constituye un camino hacia la esperanza y una
invitación a la lucha.
1 El punto de partida
El informe de Taifa parte de la base de
que “el capitalismo en el que vivimos supone básicamente una sociedad
injusta y depredadora, que ha fracasado socialmente, ha hecho colapsar
la idea de democracia y se ha manifestado inviable ecológicamente”. No
caben, por tanto, “medidas parciales, con instrumentos paliativos y de
reforma que aligeren las injusticias y desigualdades que engendra la
dinámica de acumulación propia del capitalismo, con intentos de
racionalizarla o humanizarla”.
2 El objetivo
La sociedad alternativa –La Alternativa,
como la bautiza Taifa- hacia la que se debe caminar sería, por el
contrario, “justa y armoniosa entre las personas y respetuosa del medio
natural” y eso implica “no capitalista”. Y, de momento, dice el informe,
no hace falta definir más. No es necesario “un plan elaborado
previamente, como si fuese un mapa de carreteras (…), ya que ello supone
entenderla como algo que se puede elaborar desde fuera del cuerpo
social”.
3 Definición
“Consideramos sociedades alternativas
–afirma el estudio- aquellas económica y socialmente justas,
democráticas y ecológicas, y en las que las personas puedan vivir
desarrollando toda la capacidad que tiene el ser humano para una vida
plenamente satisfactoria y digna, en sociedades construidas con su plena
participación”. Las palabras ‘socialista’ o ‘comunista’, dicen, han
quedado tan degradadas que no sirven como definición.
4 Criterios mínimos
Aunque es imposible dibujar todos los
elementos que deben configurar la nueva sociedad, que, de hecho, se irá
formando en “un proceso de transformación llevado a cabo continuada y
permanentemente por la actuación de los grupos sociales”, sí es cierto
que debe reunir unos requisitos mínimos.
4.1. Un régimen de producción
comunitario; que no explote a las personas ni derroche recursos. La
producción no se orientará al beneficio privado ni al mercado, sino “a
satisfacer las necesidades materiales básicas de la población y, en
tanto en cuanto sea posible, sus deseos”. No puede existir la
explotación de unas personas por otras, sino la cooperación común, lo
que implica que la gestión empresarial debe recaer en el conjunto de los
trabajadores “con igual capacidad de decisión entre ellos para las
decisiones estratégicas”.
4.2. Un sistema de propiedad colectivo,
comunal, no privado. Se trata de apostar por la autogestión y, además,
planificada. “Evidentemente eso no significa que todo lo que existe en
la sociedad deba ser de propiedad colectiva”. Una sociedad austera, que
aprovecha bien los recursos, pero también “del buen vivir”, dentro del
nivel de riqueza disponible. “Con crecimiento selectivo, seguramente no
hace falta tanta inversión, ni trabajar tanto”.
4.3. Un sistema de distribución
equitativo, de forma que el acceso a los bienes que satisfacen las
necesidades básicas esté asegurado (aunque no se trabaje). No se puede
tolerar la pobreza. Todos tenemos derecho a vivir dignamente. Hablamos
del derecho a una renta básica que cubra las necesidades fundamentales,
un derecho incondicional que no está sujeto a ninguna otra consideración
más que la de ser miembro de dicha sociedad. “Esto no debe ser
obstáculo alguno para que las personas que deseen trabajar puedan
ejercer actividades remuneradas según el sistema que socialmente se
establezca”.
4. 4. Que los procesos de transformación
se inicien desde la base, de abajo hacia arriba. Y que la gestión del
poder sea horizontal: igualitaria, participativa, abierta, democrática,
plural y no jerárquica.
4. 5. Que su sistema de valores y
afectos proponga y potencie el bien común. El bienestar social y
colectivo es prioritario, pero el individual también es importante. Una
advertencia: no se pueden realizar transformaciones radicales sin
transformar también bastantes aspectos individuales: nuestras ideas, el
régimen de vida cotidiana, las relaciones sociales, cierto tipo de
satisfacciones a favor de otras renovadas, la relación con la
naturaleza…
5 Papel del Estado
Taifa prefiere, en este informe, no
decantarse ni por quienes apuestan por la destrucción del Estado, ni por
quienes creen que, de una forma u otra, tiene que existir un ente
similar que institucionalice el poder. Pero asegura: “Es muy difícil
plantearse que el poder pueda desaparecer totalmente, pero es importante
diluirlo al máximo para evitar su concentración y su consiguiente
deriva autoritaria y burocrática. Por ello, es necesario e
imprescindible tener un concepto del poder desde abajo, iniciar el
cambio desde los colectivos de base”.
6 La violencia
No rehúye el informe un posicionamiento
sobre la validez de la violencia en este proceso hacia La Alternativa.
“Desearíamos que fuera de carácter pacífico, pero dudamos de que el
poder claudique sin violencia. De hecho, el capitalismo ha forjado su
historia a base de millones de muertos. Nos parece imposible prever
ahora, en las circunstancias actuales, cuáles podrán ser los medios de
ataque y las respuestas que se podrán diseñar ante el uso de la
violencia por el poder. Pero es importante no ignorar que esto va a
suceder”.
En algunos lugares la utopía ya ha comenzado:
Coop57
Actividad: cooperativa de servicios
financieros.Localización: nacida en Cataluña, cuenta con centros en
Madrid, Aragón, Andalucía y Galicia. Socios: 540 entidades y 2.500
personas. Año de constitución: 1996. Web: www.coop57.coop
“La motivación principal de los socios y
de las socias colaboradores no es el afán de lucro, sino el
convencimiento de que hay que controlar el destino de nuestros ahorros
para, por una parte, superar la paradoja de poder estar contribuyendo a
financiar iniciativas contradictorias con nuestros propios principios
éticos y solidarios y, por otra, contribuir a vehicular recursos
financieros a proyectos económicos que transformen la realidad acorde a
los principios de la economía”. Así explica la web de Coop57, en su
apartado de Preguntas Frecuentes, las razones de quienes en ella
participan. Tratemos de explicar cómo funciona.
Se trata de una cooperativa que gestiona
el dinero de sus socios. No renuncia a ganar dinero, todo lo contrario
-ofrece hasta un 2% de interés a los depósitos fijos-, pero su actividad
se rige por una serie de principios irrenunciables: coherencia;
compatibilidad entre el rendimiento financiero y el social;
participación; transparencia y solidaridad. En la práctica, eso
significa que el dinero solo se destina a créditos -no hay inversiones
en Bolsa, ni especulación, ni compras de deuda pública…- de empresas o
asociaciones de “economía social y solidaria”; que, además, tienen que
ser socios de Coop57.
Para eso, para ser socio, basta con
aportar 300 euros si eres una persona física o algo más de 900 si se
trata de una entidad. Pero no es una aportación a fondo perdido; Coop57
no es una ONG. Ese dinero forma parte del capital social de la
cooperativa y, además de rentar, puede ser retirado en cualquier
momento. Pero no solo sabes adónde va, sino que, además, eres uno de los
que interviene en la toma de decisiones. Mueven ya más de 16 millones
de euros con solo 10 trabajadores.
Conservatorio de Santiago
Nombre: Conservatorio Histórico de
Santiago de Compostela. Concepto: empresa ‘recuperada’, constituida
ahora en cooperativa. Año de constitución: 2005. Número de socios:
cinco. Web: www.conservatoriodesantiago.com
El Conservatorio Histórico de Santiago
es, ahora, una empresa ‘recuperada’, es decir, una institución ‘tomada’
por sus trabajadores después de que quienes fueron sus dueños durante
años decidieran cerrarla. Ocurrió en el curso 2004-2005. La Real
Sociedad Económica de Amigos del País, dueña entonces del centro,
decidió que, ante la proliferación de conservatorios públicos, el suyo
había dejado de tener sentido. Seis profesores, algunos con más de 30
años de trabajo en el Conservatorio, se negaron entonces a aceptar sin
más el vacío que se les venía encima. Se constituyeron en cooperativa,
invirtieron 18.000 euros cada uno de la indemnización recibida y
volvieron a las aulas cuando tocaba, sin ningún parón, tras aprovechar
el verano de ese año para acondicionar, brocha en mano, un edificio
histórico pero vetusto.
La existencia, desde entonces, es “muy
complicada”, según reconoce a Números Rojos la directora del
conservatorio, Esther Sobral. Sin subvención alguna, a pesar de impartir
la enseñanza oficial, a sus socios, ahora cinco, no les ha quedado más
remedio que trabajar mucho y ganar poco para mantener el centro, en el
que dan trabajo a otra docena de personas y enseñan música a más de un
centenar. De todas las edades, porque esa es una característica del
centro de la que su directora se enorgullece: en un alarde de innovación
frente a la dificultad, han diseñado desde cursos para mayores hasta
música para embarazadas, clases de piano en inglés o programas de
formación para profesorado. “Somos un centro único en el mundo -dice
Sobral-, porque ofrecemos enseñanza musical en todas las etapas de la
vida”.
La segunda parte de esta Guía anticapitalista se publicará el próximo miércoles 6 de agosto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario