Corrupción Partitocracia — 16 julio 2014
Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno, asegura que solo almuerza 1 sandwich y lo hace trabajando en su despacho de Moncloa. Y pone la mano en el fuego por todos los dirigentes del PP: “Somos honrados, vivimos de nuestro sueldo, hacemos la vida que todo el mundo. Yo voy a hacer la compra”. Sin embargo, Vicepresidencia del Gobierno gastó el año pasado 1,7 millones de euros en subvenciones a sus cafeterías y restaurantes, que ha firmado ella misma. Y la periodista Gemma Fergó la sorprendió haciendo la compra, sí, pero con 7 escoltas, dos coches oficiales y en la lujosa Gran Manzana madrileña, calles de Serrano y Ortega y Gasset. Tampoco vive solo de su sueldo: los Presupuestos Generales del Estado le pagan hasta sus revisiones ginecológicas y es, de lejos, la ministra más manirrota con el dinero público, si atendemos a los contratos públicos que ella misma firma y que recoge la web contrataciondelestado.es.
Sobre la honradez de las élites de su partido sobran las palabras tras
el “caso Bárcenas”, pero aún más con la última revelación del “caso Gowes”: al parecer existe una “Oficina de Conflictos de Intereses” que permitió que el ex secretario de Estado de Telecomunicaciones, Juan Junquera, trabajara en 4 empresas del sector, incluida Gowes, a la que incluso otorgó él mismo subvenciones.
“El PP y el Gobierno han decidido salir al ataque frontal contra Podemos”, escribió el periodista Carlos E. Cue tras asistir a la primera jornada de la escuela de verano del PP en El Escorial. “La más dura fue la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, con un discurso sobre regeneración democrática que estaba dirigido a responder al de Pablo Iglesias, tanto que llegó a pedir a sus compañeros del PP que no hay que “acochinarse” frente a “discursos populistas”. “Nosotros queremos hablar de regeneración democrática porque queremos más democracia. Otros quieren otra cosa. Hay una diferencia entre conectar con la gente y decirle a la gente lo que quiere oír. Eso no es conectar, es buscar la sensibilidad de la gente para utilizarla contra la democracia. Frente al debate populista, debemos hacer el debate de las ideas, explicarle a la gente la verdad y por qué se toman las decisiones”, aseguró Sáenz de Santamaría.
La vicepresidenta pidió a los suyos un “comportamiento ejemplar” para recuperar el prestigio de la política y sobre todo rechazó el concepto de “casta” que antes había criticado Cristóbal Montoro, que recordó que “él nació en Jaén y no es de ninguna casta”.
Las palabras de Soraya, sin embargo, se enfrentan a los hechos: “Al exsecretario de Estado de Industria se le permitió ofrecer sus servicios profesionales a Gowex porque, según la Oficina de Conflictos de Intereses, no había adoptado durante su mandato ninguna decisión que afectase a la compañía ahora en suspensión de pagos. Esa fue la conclusión del citado organismo encargado de preservar la ley de incompatibilidades tras consultar con Industria, el Ministerio que tenía que aprobar los nuevos trabajos de exfuncionarios”, ha denunciado el periodista Agustín Marco.
Según Administraciones Públicas, Junquera solicitó permiso para trabajar en cuatro empresas y el dictamen de Industria aseguraba que “no había firmado ni intervenido” en nada en relación con ninguno de sus nuevos pagadores. En conclusión, “no había nada que objetar”. Sin embargo, el Boletín Oficial del Estado (BOE) desmiente al Ministerio dirigido por José Manuel Soria.
El 22 de diciembre de 2011, una semana antes del cese de Junquera como
secretario de Estado, publicó las ayudas concedidas con cargo al Programa Avanza Nuevas Infraestructuras de Telecomunicaciones, correspondientes a la convocatoria de ese ejercicio. Entre los beneficiarios estaba Gowex Wireless, que recibió 1,22 millones de euros con el proyecto “El wifi reduce la brecha digital de la ciudad de Cádiz”. La resolución fue rubricada por Juan Junquera Temprano. En consecuencia, el Ministerio de Industria no se molestó en comprobar
ni el diario oficial donde se publican las normativas legales para
comprobar si realmente podía haber algún tipo de conflicto de intereses
para vetar su incorporación a Cash Devices, señala Agustín Marco.
Soraya Sáenz Santamaría no quiere oir hablar del “caso Juan Junquera” e insiste en que los políticos de su partido “son ciudadanos como los demás”. Lo hizo desde el Congreso: “Estamos hablando de gente normal como nosotros que también tiene problemas para llegar a fin de mes“. Y lo repitió con otras palabras por la tarde en El Escorial: “Parece que unos están con la sociedad y otros no lo estamos”, dijo de nuevo en referencia a Podemos. “Eso es radicalmente falso. Somos ciudadanos como los demás. El político no lo es 24 horas, salimos de aquí y tenemos los mismos problemas que el resto de los ciudadanos. Como mujeres, cuando salgamos de aquí tenemos el mismo circo con las mismas pistas que las demás. El niño malo, la compra hecha o sin hacer, un marido
que dice que está muy bien esto del Gobierno, pero yo estoy aquí. Eso
tenemos que ponerlo en valor frente a los que dicen que comen un menú de
6 euros. Para los que comemos un sándwich en el despacho nos sobran 3,5”, aseguró.
Santamaría explicó su vida diaria para reivindicar esa normalidad. “Somos honrados, vivimos de nuestro sueldo, hacemos la vida que todo el mundo. Yo voy a hacer la compra.
Nos quieren ver como algo aparte. No somos ni más ni menos que
ciudadanos que deciden representar a otros. Hay que fortalecer el
vínculo de confianza. La gente tiene que conectar con lo que dices y
también con tus comportamientos. Pero estamos en política porque alguien
tiene que hacerlo”.
Y es cierto: Soraya Saenz de Santamaría
hace ella misma la compra, pero oculta los detalles: la vicepresidenta
fue sorprendida de tiendas por las lujosas calles madrileñas de Serrano y Ortega y Gasset. Nada tendría de reprochable el que Soraya se gastase su seguramente generoso sueldo público en las elitistas “boutiques” de esta gran manzana si no fuera porque lo hizo en coche oficial y acompañada de 7 escoltas (la mitad en otro automóvil público), según constararon numerosos “pararazzis” y reflejó la periodista Gemma Fergó, con el relato de varios testigos.
“Soraya se hizo ‘un Letizia’. Sus escoltas actuaron como suelen hacerlo los de la Princesa en estas ocasiones: pararon a los fotógrafos para registrar sus mochilas y pedirles su documentación, mientras la vicepresidenta abandonaba una de las sedes del imperio de Amancio Ortega por la puerta de atrás, como si de una estrella de Hollywood se tratase”, afirma Gemma Fergó. Y es que el lujo no es solo un capricho para Soraya sino su forma de vida: vive en el madrileño barrio de Fuente del Berro, en un chalé de 231 metros cuadrados construidos, que cuenta además con piscina y jardín, y que está valorado en más de 1,5 millones de euros.
Con respecto a sus austeros y frugales almuerzos con 1 solo sandwich y en el despacho, las cuentas de Moncloa también la ponen en evidencia: la reforma de la cafetería de Moncloa que ella misma firmó costó 198.000 euros y las propias cafeterías y bares del complejo, con una subvención rubricada también por ella misma, alcanzan la cifra de 1,5 millones de euros, según refleja la web contrataciondelestado.es.
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