Egipto: Primeras huelgas bajo la presidencia de Sissi. ¿También fisuras en sus apoyos?
Su objetivo, por supuesto, no era sino
ganar tiempo esperando que durante la campaña presidencial lograría
movilizar contra los huelguistas a una parte del electorado centrado
alrededor de su persona, en nombre de la unidad nacional, de la
estabilidad del país y de la lucha contra el terrorismo islamista.
Si bien ha ganado la primera parte de su
apuesta poniendo fin a las huelgas, ha perdido la segunda, no logrando
una movilización electoral alrededor de la figura de un nuevo Nasser que
intentaba crearse. En efecto, aunque haya conseguido salir elegido a
finales de mayo, gracias a los considerables medios invertidos en la
campaña, no ha obtenido más que una participación muy pequeña en el
escrutinio presidencial cuando esperaba salir plebiscitado. Le habría
sido preciso, efectivamente, un amplio apoyo popular para tener la
autoridad de hacer frente la posterior ola de huelgas que no dejaría de
darse cuando las clases populares egipcias vendrían a pedirle que
cumpliera sus promesas.
El aparato del estado (policía,
ejército, aparato judicial) feroz en la represión -41.000 detenciones
desde julio de 2013, más de 2000 muertos, miles de condenas a muerte /1-,
se ha mostrado frágil e impotente frente a las enormes sacudidas
populares que han movilizado a millones y millones de desheredados estos
últimos tres años de revolución.
Hay que decir que cuando los miserables
se despiertan a la política siendo sus condiciones de vida lamentables,
ya no tienen nada que perder y nada les detiene. Mubarak y Morsi están
bien situados para saberlo. Las condiciones de vida en Egipto se han
degradado considerablemente estos últimos años para los más pobres
mientras que los más ricos hacen aún mayor ostentación de sus lujos. Se
estima que este invierno, quizá 30.000 egipcios han muerto como
consecuencia de las lluvias y las inundaciones que han transformado las
enormes concentraciones de chabolas del país en cloacas insalubres y
criminales. Por otra parte cerca del 13% de la población estaría
actualmente en situación de insuficiencia alimentaria. Lo que permite
comprender en qué medida la violenta represión que golpea a los Hermanos
Musulmanes o los militantes revolucionarios demócratas y socialistas
-que nos choca con razón en Europa y contra la que hay que protestar con
vigor- no conmueve demasiado a las clases populares en Egipto que están
aún más fuertemente condenadas a la prisión de la miseria y la muerte
por enfermedad debido a la falta de atención sanitaria o malnutrición.
Vuelta de las luchas y las huelgas
Ahora bien, lo que es llamativo, en este
fin de junio, aunque el país entre en el mes del Ramadán,
tradicionalmente calmado desde el punto de vista social, es que el
movimiento de huelgas parece haber reiniciado de nuevo su marcha
inexorable.
Con los cortes de agua potable y de
electricidad, a veces cuatro o cinco veces al día en el caso de la
electricidad, de una duración de una hora o incluso a veces de dos o
tres horas, las protestas se han multiplicado estos últimos días. A esto
se han añadido manifestaciones diversas: trabajadores despedidos en
Mahalla el 22 de junio, enseñantes de maternal en Suez el mismo día,
enseñantes y estudiantes para exigir la dimisión del presidente de la
Universidad de Tanta [ciudad del norte de El Cairo, a unos 80 km] el 24
de junio, de taxistas el 25 de junio, de forofos ultra de fútbol contra
la represión en Zagazig el 26 de junio, pero sobretodo el 27 de junio
una manifestación con un valor altamente simbólico y significativo de
los habitantes de Luxor para exigir la dimisión del gobernador de la
región, un general.
El poder está en estos momentos
condenando a duras penas de prisión a militantes revolucionarios
demócratas o socialistas por haber desafiado la ley que prohíbe las
manifestaciones. Pero frente a estas protestas populares, que sin
embargo no están autorizadas en su la inmensa mayoría, el ejército y la
policía se muestran incapaces.
Por otra parte, había que señalar de
nuevo huelgas de médicos -que habían sido el núcleo organizador de las
huelgas del comienzo del año- el 19 de junio. El mismo día tuvieron
lugar de nuevo huelgas de trabajadores de tapices en Samanoud (Bajo
Egipto) por el salario mínimo. El 23 de junio, huelga de personal
administrativo en Sharqia y el 28 de junio en Kafr el Cheik, al mismo
tiempo que los obreros de la compañía de nitratos de Suez entraban ya en
su primer mes de lucha el 29 de junio.
Pero lo que es ya más significativo, es
la huelga de los 2.500 empleados de Helwan Coke que, el 29 de junio,
estaban en su cuarto día de lucha por sus salarios. Y, este fin del mes
de junio, hay también que señalar la de los trabajadores de Tanta Lin.
Éstos juegan en efecto un papel importante y en general de vanguardia en
cuanto al estado de espíritu de una parte de los trabajadores del país.
Son conocidos por todos pues hace años que luchan por la vuelta al
sector público de su empresa, que había sido privatizada. Un tribunal
les ha dado la razón. Pero la decisión no ha sido jamás aplicada. Han
multiplicado las manifestaciones y han hecho incluso ellos mismos
funcionar la empresa. Sin embargo, el estado les ha cortado la
electricidad. Y sobre todo han participado en la iniciativa durante las
huelgas de marzo de 2014 de una de las coordinadoras nacionales de
huelguistas que junto a los asalariados de otras empresas industriales,
han pedido la renacionalización de las empresas.
Cuando se manifestaban ante el Consejo de Ministros, los trabajadores de Tanta Lin llevaban pancartas en las que se leía: “Ni Hermanos Musulmanes, ni liberalismo, satisfacción de nuestras demandas”, y gritaban “Queremos trabajar”
pues su empresa está parada por falta de suministros suficientes. Y uno
de los argumentos de fondo de Sissi contra las huelgas era que, para
salvar Egipto, había que trabajar más, relanzar la producción… y que se
dedicaría a ello con todas sus fuerzas.
El espectro de las promesas de Sissi acosa a la burguesía egipcia
El poder, y detrás de él toda la
burguesía egipcia, está frente al espectro de las promesas de Sissi. Las
huelgas de febrero y marzo de 2014 habían sido ya provocadas por las
promesas no cumplidas de Sissi en materia de salario mínimo. Para
detener las huelgas, el poder prometió de todo, salario mínimo,
nacionalizaciones, sistema de salud… Sin embargo, no mantendrá ninguna
de sus promesas.
Para echar un poco más de leña al fuego
de las tensiones -lo que revela sus opciones-, el gobierno acaba de
anunciar, seguramente no por casualidad en este comienzo del ramadán,
que iba a suprimir un cierto número de subvenciones a los productos de
consumo. Paralelamente, para intentar mostrar su fuerza en contra de los
más pobres, ha decidido en nombre de la “disciplina” una campaña contra
los pequeños vendedores de la calle, expulsándoles manu militari, con el apoyo debulldozers,
de sus emplazamientos. Pero al hacerlo, no es seguro que no esté
cortándose de lo que puede quedarle de apoyo popular. Y no es su huida
hacia adelante en un proceso represivo que se ha vuelto loco lo que le
salvará. Al mismo tiempo, para intentar frenar la cólera en ascenso,
Sissi anunciaba con un cierto número de otros caciques, que iban a dar
la mitad de sus ingresos a la patria y que esta vez sí, iban a poner en
pie la ley del salario máximo para poner fin al escándalo de los muy
altos ingresos. Pero todo el mundo sabe que es charlatanería.
Signo de los tiempos y razón de
inquietud para Sissi, el 25 de junio, la patronal del textil de Mahalla
(la principal ciudad de la industria textil del país) se manifestaba
ante la sede de las autoridades para exigir del gobierno que ponga fin a
los cortes de electricidad que perturban gravemente la producción de
sus fábricas. Esta toma pública de distancia de la gran patronal contra
el poder se sumaba a declaraciones de altos mandos del ejército que
tomaban igualmente sus distancias. Mientras felicitaban a Sissi como
presidente de la República, querían precisar que éste no representaba ya
al ejército. En definitiva, que no era el ejército quien estaba en el
poder.
¿Es este apoyo, que parece un abandono,
simplemente una forma de distanciarse de Sissi dada la pérdida de
confianza del pueblo hacia él, una forma de decir que las medidas
antisociales que va a tomar el presidente no son debidas al ejército,
que no hay que confundir los dos? O que los sectores opuestos a Sissi en
el seno del ejército, que existen ya desde hace tiempo, han encontrado
ahí la ocasión de manifestarse dando a entender que si el pueblo quiere
atacar a Sissi -incluso derrocarle- el ejército no estará quizá
unánimemente tras él. ¿Estaría dispuesto, una vez más, a “abandonar” el
fusible del presidente, para salvar el orden global?
En cualquier caso, se percibe el esbozo
del nuevo escenario político, cuando las huelgas no hacen sino comenzar
en este inicio del mes de Ramadán. ¿Continuarán durante este mes, se
ampliarán, esperarán el final del mes religioso? En este estadio
embrionario de las luchas, nadie puede decirlo aún. Sin embargo, no hay
duda alguna de que una explosión social está en ciernes. Es muy probable
también, tras todos estos meses de espera y de falsas promesas, que las
clases explotadas estén al borde de la ruptura /2 y que esta
explosión podría muy bien ser de una amplitud aún más grande que las
precedentes. Entonces, después de Mubarak en 2011, el Consejo Supremo de
las Fuerzas Armadas (CSFA) en 2012, ¿caería Sissi en 2014?
1/07/2014
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
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