Mientras el reformismo llena páginas en los medios de comunicación hablando
de Syriza, en Grecia se está produciendo un movimiento radicalmente
revolucinario y antsistema por parte de la ciudadaná, que dando la espalda tando
a las alternativas electoralistas como al propio Estado, está organizando la
convivencia en sus barriadas de forma asamblearia y autogestionada.
Os ofrecmos dos artículos acerca de la barriada más enblemática dentro de
este movimiento, el barrio de Exarchia, “Exarchia, un barrio autogestionado en
el centro de Atenas” y “Exarchia: el bastión anarquista de Atenas”. También una
entrevista realizada para el número 7 de la revista francesa «Z» a uno de sus
protagonistas “Entrevista sobre el desarrollo del movimiento en los barrios”,
perfectamente ilustrativa del proceso de organización autónoma de la población
ante la descomposición y la quiebra del aparato estatal.
Exarchia, un barrio autogestionado en el centro de
Atenas
Cuajado de centros sociales, cooperativas, clínicas gratuitas, cocinas
colectivas, espacios de arte, casas “okupa”, librerías y cafés se erige Exarjia,
un barrio del centro de Atenas con una larga tradición de activismo que ha hecho
de la autogestión el instrumento para cubrir sus necesidades.
Quienes lo conocen coinciden en que Exarjia es un lugar diferente, no solo
porque allí se gestó la revuelta estudiantil del Politécnico, que hace 40 años
supuso el principio del fin de la Junta de los Coroneles, sino también porque,
con el paso del tiempo, los vecinos han conseguido gestionarlo de forma
autónoma.
Uno de los proyectos del que más orgullosos están los habitantes de Exarjia
es el parque Navarinu, que nació de las manos de los vecinos hace ya cinco años.
Lo que en 2009 era un aparcamiento de coches se convirtió en un lugar de recreo
con columpios, zonas verdes y huertos urbanos para el disfrute de los
vecinos.
“Queremos demostrar que la autogestión puede ser eficaz en la práctica, que
no se queda solo en el plano ideológico”, explica a Efe una de las activistas
del centro social “Nosotros”, que no desea ser identificada.
Este café fue el primero del barrio que empezó a funcionar de manera
autogestionada en septiembre de 2005. Allí se imparten clases gratuitas de
idiomas, yoga, música, fotografía y teatro y hay un bar que se atiende por
turnos y cuyos beneficios sirven para pagar el alquiler del local.
Según aseguran sus impulsores, el centro está abierto a todo aquel que tenga
“algo que aportar” y que participe los lunes en la asamblea que celebran para
tratar todo tipo de asuntos.
De manera parecida funciona otro de los bares-centros sociales,”K-Vox”, este
sí “okupado” y situado en un edificio en una de las esquinas de la emblemática
plaza de Exarjia, punto de reunión de las asambleas vecinales.
Si bien se creó con el objetivo de recaudar fondos para los presos
encarcelados por motivos políticos, sus aspiraciones actuales no dejan de tener
una finalidad más amplia, pues, como afirma una de sus impulsoras, su mayor
logro es la clínica médica, donde se atiende gratuitamente a todas las personas
que no tienen cobertura sanitaria en Grecia.
Pero su labor social parece no gustar a todos, ya que hace unos días la sede
de “K-Vox” recibió varios disparos de bala de unos desconocidos. La razón, según
la activista, es que el barrio mantiene una guerra abierta contra las mafias que
distribuyen droga y se ha organizado, al margen de las autoridades, para
conseguir acabar con esta práctica.
La lucha contra la venta de narcóticos es la última batalla que libran los
vecinos, ya que desde el asesinato del adolescente Alexis Grigorópulos en 2008 a
manos de un policía, los agentes no suelen patrullar Exarjia, lo que ha creado
una especie de frontera invisible y que las riendas del lugar queden en manos de
sus habitantes.
“Es un barrio libre de Policía, lo que no quiere decir que no tengamos
problemas porque la mafia se está aprovechando de ello”, admite Nikos, un vecino
que considera que es tarea de sus moradores solucionar este problema.
La sospecha de varios de los vecinos es que las autoridades preparan una
operación urbanística en Exarjia y, antes, para adquirir el suelo a bajo precio
están empujando a drogadictos y narcotraficantes al barrio para propiciar su
degradación.
El Ayuntamiento de Atenas, en declaraciones a Efe, reconoce que planea
iniciativas para “revalorizar el barrio y recuperar sus características de
antaño, cuando coexistían personalidades importantes con el pensamiento
radical”. Sin embargo, se queja de que en Exarjia actualmente se dan la mano el
“crimen y el extremismo político”. El Ministerio de Orden Público ya ha
amenazado en varias ocasiones con entrar en el lugar y “restaurar la ley”, pero
cada vez que los antidisturbios penetran son repelidos por los vecinos.
Para Panagiotis, otro joven que participa de la vida social de Exarjia, la
primera solución para combatir el tráfico de drogas pasa por aceptar que hay un
problema y, en segundo lugar, por lograr una buena conexión entre los vecinos
que permita actuar de forma coordinada.
“La Policía no va a estar aquí, pero sí los movimientos sociales”, añade
Nikos, quien además de participar en las asambleas vecinales, cada sábado cocina
en un comedor social donde se preparan platos tradicionales de distintas
culturas.
Iniciativas como los centros médicos, las clases gratuitas o las cocinas
colectivas de Exarjia cobran si cabe más relevancia en tiempos de crisis, ya que
suponen la única alternativa para muchas personas a las que la debacle económica
que vive Grecia las ha privado de posibilidades. Sin embargo, “lo más importante
es el modelo (social) que propugnan” estas iniciativas, sostiene la activista de
“Nosotros”.
(Fuente: Agencia EFE)
Exarchia: el bastión anarquista de Atenas
En el corazón de la capital helena hay un lugar donde la policía no patrulla.
Un barrio donde no queda un solo cajero automático sin quemar y donde se reciben
a pedradas a los coches de lujo que se atrevan a pasar por sus calles. Esto es
Exarchia. Un paraíso para los anarquistas atenienses, su santuario desde donde
organizan sus actividades y en el que llevan a cabo muchas de sus acciones. Pero
para las fuerzas del orden este vecindario es el ojo del huracán de los
conflictos sociales. Agentes antidisturbios vigilan sus alrededores veinticuatro
horas al día y los enfrentamientos entre policías y anarquistas son casi
diarios.
Los enfrentamientos entre anarquistas y policías en Exarchia son
verdades batallas campales
"Yo no soy de Atenas, soy de Exarchia", dice una joven camarera de un bar del
barrio, lo que da una idea de la buena relación entre los ácratas y vecinos.
"Estos "muchachos" no nos molestan, le dan vida al barrio, están en la plaza,
organizan actos culturales, reivindican cosas justas. Nos molesta la policía,
nunca han hecho nada por nosotros y sería muy incómodo que unos agentes pasaran
por aquí. Se tomaría como una provocación", cuenta Marie, una ciudadana francesa
que lleva más de veinte años viviendo en el barrio ateniense.
Esta mujer dice que la policía nunca ha hecho nada por el barrio porque hace
unos años había tráfico de drogas en Exarchia y fueron los propios vecinos y los
anarquistas los que echaron a los traficantes. "Solía pasar en la plaza del
barrio. Los anarquistas mandaban a un niño de no más de dieciséis años a que le
pidiera droga a algún tipo que fuera sospechoso de venderla. Si el hombre decía
que sí tenía y la sacaba para dársela al chico, varios vecinos que estaban
compinchados con los ácratas aparecían con palos y apaleaban al tipo hasta
dejarlo medio inconsciente. Una vez uno no pudo ni salir del barrio por su
propio pie y tuvo que venir una ambulancia. Es radical, pero así se acabó con el
problema de la venta de heroína y esas cosas en Exarchia. Aquí puedes ver gente
fumando y vendiendo mariguana, pero no encontrarás nada más".
Un lugar seguro y solidario
Marie explica que al contrario de lo que mucha gente de fuera cree, Exarchia
es un lugar seguro y la gente que ahí vive, se sienten cómodos. Según esta
expatriada francesa, la esencia de este barrio es la solidaridad y la sensación
de que la propia gente de Exarchia cuida el barrio. "En Exarchia hay una plaza
con columpios que no encontrarás en ningún mapa de Atenas, porque la hicieron
los vecinos hace unos años para que los niños tuvieran un lugar donde jugar. Se
lo pedimos al Ayuntamiento y como no nos hacía caso la construimos nosotros
mismos”, señala orgullosa Marie.
La mayoría de veces que hay alguna manifestación en cualquier punto de
Atenas, ésta suele acabar en Exarchia con la intervención de los antidisturbios
porque los anarquistas empiezan a volcar contenedores, a quemar coches de lujo
que hayan aparcados cerca del barrio y, a hacer pedazos el asfalto con golpes de
martillo para utilizar los trozos como armas arrojadizas contra los agentes.
Los enfrentamientos entre anarquistas y policías en Exarchia son verdades
batallas campales, donde en cada calle se puede ver el resplandor del fuego de
los cócteles molotov al estallar y el ruido de las explosiones de las granadas
de humo que lanzan los antidisturbios.
"Es como estar en la guerra, al principio me parecía interesante, pero
después de tres meses así, nos da miedo. Estoy en la cama de mi habitación y
oigo las explosiones y los gritos. Tengo que asegurarme de que mi ventana está
bien cerrada porque si no, el gas lacrimógeno de la policía entra en el piso",
cuenta Matilde, una estudiante gallega que está en Atenas como Erasmus y vive en
un apartamento cerca de la plaza central de Exarchia. "Una vez nos pilló un lío
por sorpresa a una amiga y a mí y no pudimos llegar al portal de nuestra casa.
Menos mal que el hombre que trabaja en uno de los quiscos de la plaza nos dejó
entrar en el cubículo y nos pudimos refugiar ahí mientras los anarquista y los
antidisturbios se peleaban", cuenta la chica.
"Exarchia no es un área realmente peligrosa para turistas, pero es una zona
muy politizada y, como consecuencia, suele ser un punto caliente cuando hay
disturbios en Atenas", explica un portavoz de la policía.
Un lugar de intelectuales
Exarchia comenzó a politizarse a partir de 1920, cuando se construyeron
nuevos edificios de viviendas alrededor de la Politeknio, la universidad
politécnica de Atenas. Los apartamentos eran alquilados a profesores y a
estudiantes lo que fomentó a que el barrio se convirtiera con el paso de los
años en un lugar de intelectuales, artista y bohemios con una gran actividad
política, hasta el punto de que en 1973, durante la dictadura militar de la
Junta de los corones, tuvo lugar en el barrio un episodio histórico denominado
"el levantamiento de la Politeknio", en el que cientos de estudiantes se
amotinaron en la universidad y exigieron el fin de la
Los tanques del ejército entraron en el barrio y en el campus y más de medio
centenar de personas perdieron la vida en un intento fallido de acabar con el
gobierno militar. Este levantamiento se sigue celebrando a día de hoy en
Exarchia y la universidad politécnica exhibe en su entrada la antigua puerta de
hierro del recinto universitario, destrozada por un tanque.
En Exarchia hay varios edificios ocupados que son utilizados como bares,
cafeterías, centros sociales donde se llevan a cabo actos políticos y, otros
reconvertidos en refugios para sin techos. Todo a espaldas del gobierno local y
sin pagar impuestos. También se suelen organizar conciertos y diversos actos en
plena calle con la intención de recaudar dinero para los anarquistas de Exarchia
que están en prisión.
Estos últimos días hay más movimiento de lo normal en el vecindario debido a
la serie de detenciones que se llevaron a cabo como consecuencia del conflicto
de Villa Amalia, que ni la policía ni los anarquistas dan por acabado. Se trata
de un caserón de principios del siglo que está cerca de Exarchia y que ha sido
el escenario de un nuevo conflicto entre policía y anarquistas.
El edificio fue tomado ilegalmente por "okupas" en 1990 y durante más de
veinte años el gobierno consintió la ocupación, hasta hace poco. El mes pasado
unidades de antidisturbios entraron por sorpresa para desalojar el inmueble y,
según asegura un portavoz de la policía, encontraron cerca de 1.200 botellas
vacías y material para elaborar cócteles molotov. En cuanto se dio la voz cerca
de un centenar de anarquistas atacaron a los agentes que vigilaban la recién
desalojada Villa Amalia y tomaron de nuevo el edificio.
La policía volvió con refuerzos y hubo 92 detenidos. Rápidamente se desataron
protestas en todo el país en apoyo a los arrestados y en contra del desalojo,
con especial intensidad en Atenas y, más concretamente, en Exarchia, que una vez
más volvió a ser el ojo del huracán. Hasta el día de hoy aún se pueden ver
posters y pancartas en referencia al conflicto por toda Atenas.
El asesinato del joven Alexandros Grigoropoulus
"Aquí, el seis de diciembre de 2008, el joven de quince años Alexandros
Grigoropoulus fue asesinado por las balas de los implacables asesinos", así reza
la placa de la calle Messologiou de Exarchia, junto a la foto de un muchacho
sonrriénte, el mismo que muríó por dos disparado de un policía después de que,
durante una concentración anarquista, el muchacho le gritara "madero, cerdo
asesino", algo que se le suele gritar en el barrio. Cada seis de diciembre
Exarchia recuerda la muerte de aquel muchacho y suele ser un día de fuertes
disturbios en el barrio
"Jamás vi algo como aquello, llegué a pensar que era el fin de Atenas. Toda
la ciudad estuvo sumida en el caos durante varios días. Aún recuerdo el árbol de
navidad ardiendo en el centro de la plaza Syntagma”, comenta Marie, y es que, a
partir de la muerte del joven Grigoropoulus a manos de aquel agente, Grecia fue
azotada por la mayor ola de disturbios de su historia. Cada seis de diciembre
Exarchia recuerda la muerte de aquel muchacho y suele ser un día de fuertes
disturbios en el barrio. El rostro de Grigoropopulus está pintado por las
paredes del bastón anarquista junto a la frase "ni olvido ni perdón".
Caminando por Exarchia se puede sentir su ambiente revolucionario. Hay
reivindicaciones en cada pared, todos los muros están llenos de grafitis,
algunos de ellos son auténticas obras de arte. Hay varias discográficas,
librerías e imprentas.
Universitarios que pasean de un lado a otro cargados con las pancartas que
exhibirán en las próximas manifestaciones y, a unos 200 metros del centro del
barrio, un grupo de policías antidisturbios beben café mientras vigilan
Exarchia, una bomba social de relojería que puede estallar en cualquier
momento.
(Fuente: zoom news)
Entrevista sobre el desarrollo del movimiento en los
barrios
¿De dónde proviene el movimiento de las asambleas de
barrio?
He de precisar que el movimiento es muy variado, que ha pasado por varias
etapas y que por eso podría describirse de mil maneras diferentes. La idea de
las asambleas de barrio se extendió masivamente tras diciembre de 2008. La
muerte de Alexis y las semanas de revuelta, enfrentamientos y ocupaciones que
siguieron, así como la agresión con ácido a la trabajadora del metro Konstantina
Kuneva, fueron hechos que conmocionaron realmente a la sociedad. Las grandes
características de aquella revuelta son, por una parte, la ausencia de
reivindicaciones y de petición de reformas y, por la otra, el aspecto
descentralizado en todos los barrios de Atenas y, a continuación, en todo el
país. Después de diciembre de 2008, la dinámica de las acciones y
enfrentamientos en los centros de las ciudades llegó al límite y se desplazó a
los barrios. Con las asambleas, la idea del comienzo consistía en dotarse de
espacios de encuentro, sin tener en el pensamiento nada en concreto, excepto la
voluntad de buscar algo colectivamente. Era una manera de prolongar las
relaciones que se habían creado durante la revuelta. Muchas de las asambleas se
formaron entonces, pero solamente cuatro de ellas siguen funcionando sin parar.
Las demás reaparecen cuando el movimiento social despierta de nuevo, como sucede
hoy o sucedió en 2011, cuando llegaron a existir en Atenas alrededor de
cuarenta.
¿Puedes hablarnos de la asamblea en la que participas?
La asamblea de Vyronas, Kasariani, Pagrati (VKP) se implantó en barrios
históricamente muy populares: uno de ellos era el antiguo barrio rojo durante la
Resistencia, el barrio que los nazis jamás pudieron conquistar. Esta tradición
se rompió con el paso de los años por culpa del aburguesamiento de la población,
aunque también porque el Estado instaló allí un cuartel de la policía armada.
Hoy los tres barrios son de gente heterogénea, pero en general son más bien
lugares acomodados. En VKP hubo asambleas antes de 2008, creadas a raíz de
luchas relativas a los espacios públicos. La primera se celebró para oponerse al
proyecto de construcción de un teatro en medio de un parque. Además de la
cementación que implicaba –Atenas es una de las ciudades con menos espacios
verdes de Europa- los habitantes sabían que el teatro se alquilaría a empresas
privadas que pondrían por las nubes el precio de las entradas. Gracias a su
movilización, el proyecto no se llevó a cabo y la asamblea continúa, incluso hoy
en día, organizando actividades infantiles, campeonatos de baloncesto y un café
a precios libres en el parque cada primer domingo de mes. Asimismo intervienen
de manera muy activa en la vida del barrio distribuyendo propaganda militante en
las escuelas, organizando fiestas populares con los inmigrantes y también
acciones solidarias con las personas detenidas en las manifestaciones durante
las huelgas generales. Hubo otra lucha que reunió a mucha gente: la oposición al
proyecto del túnel y de los cruces de autopista abocado a destruir una parte de
la montaña Ymyttos, uno de los últimos espacios verdes de la ciudad, situado al
este del centro. Hubo muchas manifestaciones alrededor de la montaña, bloqueos
de la circunvalación y acciones en los peajes, con el resultado del abandono del
proyecto. En VKP la gente tenía esas experiencias como base. Después, durante
las revueltas de diciembre de 2008, ocuparon un centro municipal para jóvenes
durante unos días y convocaron rápidamente la asamblea. Tras las asambleas
semanales en los tres barrios, la gente decidió alquilar un local. Actualmente
participan unas treinta personas, cifra más o menos estable hasta hoy.
¿Qué clase de acciones estáis organizando?
Nos implicamos en dos tipos de acción: por un lado, nos defendemos contra los
ataques del sistema y, por el otro, elaboramos proyectos y formas de vida que
nos parecen deseables. Por ejemplo, en 2010, hubo un primer intento de
coordinación con otras asambleas y colectivos libertarios, que intervenían en
las luchas de sus barrios contra el aumento del precio billete del transporte
público. Se coordinaba de modo que simultáneamente cada asamblea organizara
concentraciones en las estaciones de metro y autobús. Se distribuían panfletos,
se saboteaban las máquinas de validación y se proponían autorreducciones para
cuestionar el discurso de la autoridad, que consistía en decir que el transporte
público era una mercancía más que necesitaba ser rentable. Se intentó conectar
con los trabajadores de los transportes públicos, pero era difícil. Las gentes
de Alba Dorada –el partido griego neonazi- tienen bastante influencia entre los
sindicatos de conductores de autobús. Después, participamos en todas las huelgas
generales desde 2010, que fueron reprimidas severamente. Durante el transcurso
de una de ellas, los maderos atacaron la marcha de las asambleas de barrio,
enviando a urgencias a una persona que estaba en coma, y casi se muere, otras
resultaron gravemente heridas. Esos momentos nos acercaron mucho unos a otros y
consolidaron nuestra determinación. Se bloqueaban los supermercados y los
centros comerciales del barrio para hacer de la huelga una huelga de verdad, sin
que nadie consumiera. También intentamos rodear el Parlamento cuando los
diputados votaban la segunda ronda de medidas de austeridad. Las asambleas de
barrio desempeñaron un papel importante en esta movilización. Además, intentamos
mantener una presencia permanente en el barrio, organizando manifestaciones, un
comedor colectivo y cultivando un huerto ocupado con vistas a la autosuficiencia
alimentaria. Asimismo se celebra un mercadillo de trueque una vez al mes en
diferentes plazas. También disponemos de un local con una biblioteca a
disposición del barrio, en el que organizamos diversas actividades, proyecciones
y debates.
Todas las acciones persiguen romper con el individualismo y el pesimismo que
se han adueñado de Grecia con la crisis, luchar contra el canibalismo social que
el Estado promueve indirectamente como solución a la crisis. Mediante estas
prácticas, se busca favorecer el desarrollo de relaciones basadas en la igualdad
y la solidaridad. El barrio es un espacio muy fértil para ello, tanto más cuanto
que en Atenas los espacios se mantienen bastante mezclados socialmente, lo cual
permite establecer relaciones inesperadas.
¿Cómo te planteas el problema de la subsistencia
alimentaria?
El problema se planteó desde que comenzaron a funcionar los comedores
colectivos. Se entró en contacto con otras asambleas con preocupaciones
similares y, durante ese tiempo, se ocupó un gran espacio en un barrio vecino:
una villa con terreno cultivable. Decidimos convocar una nueva asamblea dedicada
enteramente a la cuestión. Esa misma asamblea se encarga ahora de cultivar la
tierra con el objeto de abastecer a los comedores colectivos de los cuatro
barrios que asumieron el proyecto. Nos encontramos todavía lejos de la autonomía
alimentaria, pero es un primer paso. Dicho esto, el huerto está amenazado de
desalojo. Las expulsiones de espacios ocupados, como por ejemplo en Villa
Amalias y Skaramaga, se multiplican en Atenas desde principios de 2013.
Nos han hablado mucho de la polarización de la sociedad griega. ¿Os
percatáis de ello en vuestra asamblea?
Determinadas personas se presentan allí con la idea de que hay demasiados
inmigrantes en los barrios y de que hay que hacer algo al respecto. Es un riesgo
que se corre al participar en movimientos abiertos. A veces también se dan
reacciones sexistas durante las acciones. El único medio de luchar contra ello
es hablando entre todos. La mayor parte del tiempo la gente lo entiende y si no,
se aparta y se va. En cambio, en una asamblea de barrio que lucha contra las
antenas parabólicas, dos fascistas vinieron sin decir que pertenecían a Alba
Dorada. Lo supimos porque en un barrio pequeño todo el mundo se conoce. Lo único
que había que hacer era decirles que no eran bienvenidos.
¿Tenéis que véroslas a menudo con Amanecer Dorado?
Desde que entraron en el Parlamento, y gracias a las ayudas que reciben por
ello, Alba Dorada abrió locales en toda Grecia. Cada vez que inauguran una nueva
sede se convocan concentraciones de protesta que, con frecuencia, acaban en
enfrentamientos con la policía. Sin la protección policial, los fascistas no
conseguirían mantener su presencia en los barrios. Felizmente, por el momento,
sólo tienen dos comisiones de barrio verdaderamente activas en Atenas. En
ciertos barrios populares como los del oeste, cerca del Pireo, tienen una
relativa influencia. Pero allí las asambleas de barrio se enfrentan con ellos
abiertamente. En nuestro barrio no existe ni presencia fascista ni caza del
inmigrante, pero ello es debido, en parte, a nuestra implantación y presencia
contínua. Según mi opinión, la lucha antifascista consiste más en impulsar tus
propias estructuras y el mundo que propones –que en esencia es fundamentalmente
antifascista– que en denunciarles con discursos.
Nos has mencionado la primera ola de asambleas después de diciembre
de 2008 ¿Cuáles han sido las demás iniciativas de reagrupamiento en los
barrios?
En mayo de 2011, siguiendo los pasos del movimiento de los indignados y de la
ocupación de la plaza Syntagma, en Atenas hubo una segunda oleada de asambleas.
En nuestro barrio, militantes de una parte de la izquierda radical llamaron a la
creación de otra asamblea en la también que participamos. Pero pronto surgieron
fuertes deferencias entre nosotros. Si tú quieres crear un espacio de diálogo
con gente que actúa de forma dirigista y paternalista, tendrás conflictos a la
fuerza. Durante ese periodo bombardearon las asambleas con reivindicaciones del
tipo nacionalización de la Banca. La gente que buscaba un debate abierto se
desinteresó rápidamente y esta segunda oleada no duró demasiado. Las asambleas
controladas por los izquierdistas no pudieron o no quisieron ir hacia
reivindicaciones concretas ligadas a la salud, a la educación o a la
subsistencia. En resumen, no trataron de promover otra manera de vivir, lejos
del sistema capitalista que se está hundiendo a nuestro alrededor. ¿Hace falta
nacionalizar la Banca? No es la pregunta correcta, a mi parecer. Una tercera
oleada de asambleas tuvo lugar cuando el Estado acopló una tasa territorial
extraordinaria a la factura de la electricidad: “a quienes no paguen la tasa, se
les cortará la corriente”. La tasa y los intentos de hacerle frente han
acentuado las diferencias entre las asambleas. Algunas acogieron a gente
preocupada con los cortes que simplemente pedían a los reunidos más significados
políticamente que resolvieran el problema. Algunos aceptaron representar el
papel que se les proponía, aunque esto implicara el abandono de la organización
horizontal en provecho de la lógica de la delegación.
Nuestra asamblea también hizo un llamado a organizarse en el asunto de las
tasas. Es muy dinámica y actúa de modo muy radical: no ha de haber cortes en
nuestros barrios, sea por impago de la tasa o por cualquier otro motivo. Para
nosotros, la electricidad es un bien vital.
La asamblea se desplazó hasta las oficinas fiscales y obligó a largarse del
barrio a la empresa subcontratada para los cortes. Después, fuimos a la sede
local de la compañía de electricidad para cortarle la corriente. Hoy en día, se
han montado patrullas en el barrio para impedir a los técnicos de la empresa que
corten la corriente. Es ahora, junto con la lucha antifascista, la lucha
principal que llevan a cabo las asambleas.
¿Puedes hablarnos de los movimientos que os influyen?
El movimiento de las asambleas de barrio debe mucho a lo que pasó en
Argentina. Aunque no haya una referencia directa, la influencia es real. Durante
las primeras huelgas generales, la experiencia Argentina nos alentaba, tanto
como después lo hicieron Túnez y Egipto. Otra influencia importante fueron los
movimientos de autorreducción en Italia en los años setenta: los grupos que se
organizaban para no pagar el alquiler, la electricidad o el transporte. En
nuestra asamblea, particularmente, mucha gente se inspiró en la lucha zapatista
de Méjico y su búsqueda de la autonomía. Participamos en acciones de solidaridad
con esas luchas en nuestro barrio.
Una cosa común a todas estas fuentes de inspiración, presente en las
asambleas, es la voluntad de organizarse horizontalmente, sin partidos
políticos: aunque hayan militantes de partidos, éstos no participan en las
asambleas sino como individuos, sin etiquetas. Las bases políticas son la
autonomía y la voluntad de crear estructuras fuera del capitalismo, fundadas en
el reparto y la solidaridad. En nuestra asamblea, existen bases que se han
establecido tras largas discusiones. Se busca siempre un consenso para hallar la
manera de avanzar juntos.
En Grecia, se cree mucho menos en las instituciones, en la idea del contrato
social y la representación, que en Francia. Es un terreno fértil tanto para los
ideales antiautoritarios como para los hiperautoritarios. Aquí es más fácil que
en Francia asociarse en bases comunes con gente de diverso recorrido político.
Por el contrario, el peligro de convertirse en un grupo cerrado está ahí:
encontrar la manera de abrirse a los recién llegados es una tarea constante.
¿Cuál es el balance que haces de los cuatro años de existencia de tu
asamblea? Y ya en general, ¿cuál es tu balance de las asambleas de
barrio?
No resulta fácil decirlo. Después de la revuelta de 2008-09 estamos
continuamente corriendo en pos de la actualidad. Lo que las asambleas de barrio
aportaban de nuevo, como posibilidad, era precisamente no limitarse a
reivindicar las cosas que te quitan y avanzar hacia el mundo al que se aspira.
Pero los obstáculos son numerosos y la represión que sufren los militantes
políticos, el ascenso de Alba Dorada, la explosión del paro y la violencia
repetida contra los inmigrantes impiden dedicarse a un programa como si no
pasara nada.
Uno de los puntos débiles del movimiento es que los momentos de empuje nunca
han desembocado en resultados concretos. La asamblea de las asambleas de barrio
fue uno de esos momentos. En noviembre de 2011 se reunieron todas las asambleas
existentes: cuarenta en Atenas, con cuatrocientos representantes y una buena
dinámica. Pero perdió fuelle pronto. No se llegan a victorias concretas y eso
decepciona, creando una sensación de derrota muy presente en la actualidad. La
sensación proviene también del hecho de que las asambleas de barrio todavía no
se vislumbran como soluciones viables para organizar la vida cotidiana.
La voluntad de crear estructuras fundadas en la autoorganización y la
autonomía plantea numerosas cuestiones: ¿cómo construirlas superando la lógica
de la caridad y la filantropía? ¿Cómo crear tu propia autonomía en un entorno
donde todo te ha sido robado, donde no puedes producir por ti mismo nada,
especialmente en el ámbito urbano? ¿Qué es lo que hay que hacer para que la
gente participe realmente? Cuando se organizan comedores populares o mercadillos
de trueque, hay que explicar constantemente que no se trata de un vulgar
servicio de distribución. Creo que no existe una respuesta convincente en
relación con esto, hay que tener paciencia. Tal como lo veo, en las asambleas
muy masivas la gente se inclina a delegar las tareas en otros y a aceptar la
representación de un grupo reducido, cuando a más relaciones personales y más
contactos, lo que corresponde es mayor igualdad en la participación. Es cuestión
de relaciones. Pero raros son los que piensan que podemos vivir sin ayuda de
nadie en base al consenso y al diálogo, que podemos apropiarnos de nuestras
vidas.
Sin embargo, me da la impresión de que, a medida que el Estado y el sistema
económico quiebran, se derrumban, más “zonas grises” se desarrollan y otros
modos de organización y de relación son posibles. El papel de las asambleas será
crucial en todo esto. No solamente hay que mantener el brasero encendido, sino
que hay que hacer que el fuego dure más tiempo. Nuevas estructuras aparecen en
Grecia cada mes. Desde esa perspectiva, el movimiento anda por el buen
camino.
(Fuentes: argelaga /y A las barricadas)
Videos:
http://laotraandalucia.org/node/1948
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