La capitulación del Gobierno y del Parlamento griegos frente a los acreedores
(Comisión Europea, BCE, FMI…) fue seguida de una serie de cambios rápidos dentro
del Gobierno. Alexis Tsipras reemplazó seis ministros y viceministros (miembros
de la plataforma de izquierda en el seno de Syriza), que se habían pronunciado
en contra del acuerdo del 13 de julio, por miembros de Syriza que sostienen a
esta nueva orientación. Alexis Tsipras también pidió la dimisión a uno de los
portavoces del grupo parlamentario. Se trata de Athanasios Petrakos, que también
votó no y que había hecho un llamamiento junto a otros 54 diputados (al comienzo
eran 49, véase http://cadtm.org/49-deputes-de-SYRIZA-demandent-l ) para una
convocatoria a un pleno del Parlamento para debatir las conclusiones
preliminares del informe de la auditoría (presentado al Parlamento los días 17 y
18 de junio de 2015). Si el cambio en la composición del Gobierno es competencia
del primer ministro, no es el caso para la designación de los portavoces del
grupo parlamentario de Syriza. Solamente el grupo parlamentario puede tomar esa
decisión. Es probable que se produzcan otros cambios, por ejemplo la sustitución
de la presidenta del Parlamento, que votó contra el acuerdo. Una parte de la
dirección de Syriza, y por supuesto toda la derecha, tienen ganas de deshacerse
de Zoe Konstantopoulou, que estorba su política de sumisión a los intereses de
la clase dirigente y de sus acreedores. Pero Zoe Konstantopoulou no tiene
intención de renunciar.
Si la presidenta del Parlamento es sustituida, la cadena de televisión
parlamentaria cumplirá de nuevo su papel tradicional aburridor, la comisión de
auditoría será disuelta, o congelada, o bien su composición será modificada. Es
también probable que la comisión para las reparaciones de guerra que se le piden
a Alemania y la de los memorandos sean, como poco, anestesiadas.
Lo más importante es que Alexis Tsipras y la parte de Syriza que le sigue
adoptarán políticas que justifiquen esa inaceptable capitulación. Desde ahora,
dependen del aporte de votos de Nueva Democracia, de To Potami y del PASOK para
tener una mayoría. Eso podría cambiar si Tsipras replantease su capitulación y
provocase una nueva votación en el Parlamento para rechazar el acuerdo.
Quisiéramos creerlo pero francamente parece imposible. Incluso si, como cabe
esperar, los 39 diputados, que no votaron a favor del acuerdo, mantienen su
posición (lo que sería justo) y rechazan aprobar unas leyes que prolongan y
profundizan la austeridad, Nueva Democracia, el principal partido de la derecha
(forma parte de la familia política de Merkel, Juncker, Rajoy…) y los acreedores
impondrán sus condiciones a Tsipras.
En mayo de 2015, Alexis Tsipras se había comprometido ante el comité central
de Syriza a no firmar ningún acuerdo sin una reunión previa de esta instancia de
dirección del partido. Y no cumplió su palabra. Recordemos que durante la
reunión del CC del 24 de mayo, 75 miembros habían votado por una radicalización
de las posiciones (suspensión del pago de la deuda, nacionalización de los
bancos, impuestos a las grandes fortunas, restablecimiento de los derechos de
los trabajadores… (Véase http://cadtm.org/Grece-A-propos-de-la-reunion-du). Esta
propuesta fue rechazada por 95 miembros. Alexis Tsipras no convocó el comité
central entre el 13 y el 15 de julio. El 15 de julio, una decena de horas antes
de la capitulación del Parlamento, 109 miembros del comité central, o sea una
mayoría, firmaron una carta donde expresaban su oposición al acuerdo del 13 de
julio. Los dos principales distritos regionales de Syriza (Atenas y Tesalónica)
se habían también pronunciado contra el acuerdo, así como la juventud de Syriza.
Seguidamente, más de 10 regiones del partido han hecho lo mismo.
Cuando un dirigente político toma semejante rumbo, el engranaje que se pone
en funcionamiento es fatal: la limitación de la democracia en el grupo
parlamentario y en el partido se está utilizando para hacer pasar la nueva
orientación. El cambio es radical, habrá numerosas consecuencias ominosas.
Presentaré en los 10 días que vienen mi explicación de por qué hemos llegado a
esta situación sin pretender dar una explicación completa.
En el período en el que hemos entrado, el Gobierno será responsable de que
continúe la violación de los derechos humanos fundamentales en contradicción con
las obligaciones internacionales de Grecia. Evidentemente, los acreedores (los
gobiernos de los 14 Estados miembros de la zona euro que prestaron a Grecia,
imponiendo condiciones inaceptables, la Comisión Europea que los acompaña, el
BCE, el FMI) son los primeros responsables de las violaciones cometidas. Pero, a
partir de ahora mismo, el Gobierno de Alexis Tsipras se convierte en cómplice
directo de los acreedores, porque se plegó a sus exigencias y porque, como prevé
el acuerdo, debe someter todas las leyes y medidas importantes que piensa
adoptar a la aprobación de los acreedores. Habrá enfrentamientos entre el
Gobierno de Tsipras y los acreedores, pero la trampa se cerró y francamente no
creo que Tsipras esté listo para dar un giro de 180 grados, como debería
dictarle su conciencia y le pide una gran parte de Syriza.
El acuerdo del 13 de julio prevé un aumento de la deuda de más de 80.000
millones de euros. Esta nueva deuda será tan completamente ilegítima, ilegal,
odiosa e insostenible como las contraídas por los gobiernos precedentes ya que
se acumulará para proseguir con una política de violación de los derechos
humanos.
Vuelvo a la sesión del Parlamento en la que se aprobó el acuerdo. Al comienzo
de la sesión, la presidenta del Parlamento propuso que éste se tomara un tiempo
para debatir seriamente antes de pasar a la votación sobre el acuerdo. Sin
embargo, por un acuerdo consensuado entre Syriza, los Griegos Independientes
(ANEL), el PASOK, Nueva Democracia y To Potami (ese nuevo partido de derecha pro
instituciones europeas y pro austeridad), el Parlamento rechazó esa propuesta y
aceptó la demanda de los acreedores de hacer la votación antes de la medianoche
del 15 de julio. Eso daba unas 4 horas, aproximadamente, para presentar el
acuerdo, dar la palabra a un número muy limitado de parlamentarios y pasar a las
votaciones. Durante tres horas, la sesión se desarrolló en ausencia del primer
ministro y de una gran parte de los ministros y viceministros. Los dirigentes
del PASOK, de Nueva Democracia y de Potami se alegraban del acuerdo a cuya
conclusión habían contribuido activamente. Todos declararon que este acuerdo
tenía exigencias mucho más duras que la anterior propuesta de los acreedores que
había sido sometida al referéndum del 5 de julio, en el que esos partidos habían
llamado a votar Si. Censuraron a Syriza por haber hecho creer de manera
demagógica a la población que era posible salir de la vía de la austeridad.
Nueva Democracia y PASOK tuvieron la ocasión incluso de minimizar el desastre
causado por sus gestiones del pasado. El portavoz de Amanecer Dorado denunció el
acuerdo que no respetaba la votación democrática del 5 de julio, o sea la
victoria del No en el referéndum, y explicó que su partido es el único que
verdaderamente resiste a los acreedores. El Partido Comunista, que había llamado
a abstenerse en el referéndum, denunció a Syriza, rechazó el acuerdo y propuso
la suspensión del pago de la deuda… Kamenos, el presidente de los Griegos
Independientes, ministro de Defensa, declaró que la aceptación del acuerdo del
13 de julio constituía una «capitulación» (sic), que era el resultado de
un «chantaje» (sic) y de un verdadero «golpe de Estado» (sic). Y
agrego, como cito aquí: «Grecia capitula pero no se rinde» (sin comentarios) y
pidió a todos los diputados de la mayoría que votaran a favor del acuerdo.
Trataba de presionar sobre los diputados de Syriza que se aprestaban a rechazar
el acuerdo. Todos los que intervinieron en nombre de Syriza defendieron el
acuerdo salvo Zoe Konstantopoulou. El ministro Stathakis a cargo de economía
explicó que había tres puntos positivos importantes en el acuerdo.
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